DOCE AÑOS DESPUÉS, Y SIGUE!

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El 28 de junio de 2009, la cúpula del partido liberal, en complicidad con sus socios del partido nacional, y por supuesto guiados por el Comando Sur de los Estados Unidos, cometieron un crimen abominable. Rompieron el hilo constitucional, torturaron y mataron gente, y eso repercute hasta nuestros días en una continuidad que llamamos golpismo.

Como hemos dicho muchas veces en esta columna editorial, el entonces presidente Manuel Zelaya estaba solo desde 2006, es decir, desde que asumió el cargo de presidente del Ejecutivo.

Zelaya estaba solo, es decir, sin su partido liberal que le prestó los votos para vencer estrechamente a su paisano Pepe Lobo, quien no aceptó nunca la decisión de la embajada de Estados Unidos de dejarlo al margen en aquel momento electoral confuso.

En enero de 2006, Mel Zelaya estaba en el estadio entre el discurso manipulador de Carlos Flores Facussé, entregado en el último momento por Raúl Valladares, y la lista de ministros yesmen enviada por el embajador Charles Ford a nombre del Comando Sur y el Departamento de Estado.

Junto a Zelaya estaban los adversarios del florismo-rosuquismo, la línea rodista que enfrentó siempre a la derecha racista del partido liberal, jóvenes atrevidos a la innovación política que no eran bienvenidos en la colonia Las Minitas, ni en la avenida Los Próceres, ni en la Calle de Los alcaldes donde vivían y trabajaban sus enemigos.

En los periódicos, en las radios y en las televisoras, controladas por Flores Facussé, se implantó una matriz general para ridiculizar a Zelaya y a su equipo de trabajo, llamándolos patricios, napoleones, congelados y ñangaras. El presidente fue mostrado siempre como un analfabeto, un falso ingeniero, un muchacho renegado, a veces tonto que hacía ridiculeces como volar en un F-15 con las patas para arriba y con las patas para abajo, o bucear los arrecifes coralinos con pantalón y camisa.

Frente a esta caricatura malévola, el grupo que no sabía gobernar por la clásica forma de negociación con bandas mafiosas que operan los partidos y el Estado, decidió una respuesta que tensó la cuerda, que condujo inevitablemente a la ruptura política, que empujó premeditadamente hacia el golpe.

El gabinete ciudadano fue integrado con varias de las personas no gratas para la embajada gringa, quienes iniciaron los contactos con la empresa petrolera de Brasil para exploración en el Caribe y aproximaron a Venezuela por varios costados, por la vía del programa de intercambio de petróleo barato, de misiones médicas, insumos agrícolas, y a nivel político se movieron hacia el Alba, contra el Alca que promovía Washington, y se adhirieron al planteamiento de la CELAC, la comunidad de estados latinoamericanos y del caribe.

El toque final llegó en 2008 con la alianza del gobierno de Zelaya a los movimientos sociales, incluyendo el poderoso Bloque Popular que planteaba seriamente la urgencia de una nueva Constitución Política para rehacer el contrato social debilitado por la cúpula racista y fascista de los dos partidos jurásicos del país, los mismos que habían entregado el poder de arbitrio al Acuerdo Comercial con Estados Unidos, en 2004.

El nuevo gobierno se debilitaba políticamente, pero se fortalecía económica y socialmente frente a los ojos malvados de sus enemigos… Aquello era una especie de venganza peligrosa de unos hacia los liberales y cachurecos fascistas que odiaban a los patricios y era, al mismo tiempo, una oportunidad de otros para construir poder popular alternativo.

En marzo de 2009, Patricia Rodas dio el toque final con palo de guayabo al proponer el reingreso de Cuba a la asamblea general de la OEA en San Pedro Sula. La iniciativa fue aprobada por mayoría en la propia cara de la secretaria de Estado gringa, Hilaria Clinton, quien abandonó furiosa la ciudad. Abandonó el país para preparar su venganza política aliada con los mismos que hoy administran el golpismo narco, corrupto y separatista de Honduras en zedes.

Cuba aclaró que nunca solicitó a Honduras la propuesta de regresar a la OEA de donde fue expulsada en 1963, y que tampoco era un tema que le importara. El bloqueo desde entonces ha sido salvaje contra la isla, pero ha resistido fuera de ese consejo de colonias. Desde luego, el golpe político a Washington había sido dado. Y la venganza sería otro golpe, con golpismo.

Esta es la historia del 2009 y de los últimos doce años. Por esta razón, la conmemoración del próximo lunes no debe ser alrededor de las anécdotas del gas lacrimógeno, ni de las quejumbres por las eternas caminatas ni mucho menos debería ser alrededor de falsos heroísmos personalistas de nadie. Sobre todo alrededor de quienes usaron la resistencia para levantar otras banderas.

La decisión de detener en Honduras la construcción de gobiernos abiertos a otros polos de desarrollo, sean rusos, chinos o iraníes, es una decisión de Estados Unidos en alianza con el modelo criminal colombiano y el sionismo israelí. Esa decisión de impedir la salida de la hegemonía imperial gringa ha sido altamente costosa para nuestra nación. Han experimentado de todo contra el pueblo de Honduras durante estos años.

Si bien el narcotráfico estaba instalado en Honduras desde muchos años antes del golpe, fue a partir de ese evento que los carteles controlados por la DEA y por la CIA tomaron el control del Estado. Fueron esos carteles que nombraron a Micheleti, que usaron a Romeo y a los sindicatos religiosos para atacar la resistencia al golpe. Fueron esos mismos carteles que dieron todo el poder habilitante a juan orlando hernández, a su bancada liberal y nacionalista, para hacer y deshacer durante estos años. El narco, el fraude, la corrupción y las Zedes no solamente han servido para desestabilizar y administrar políticamente el país, sirven enormemente a las empresas económicas del imperio lavador. Esa economía pirata se lava en la bolsa de Nueva York y crea un mercado paralelo de tesoros que utiliza el imperio para desestabilizar otras sociedades, como lo hizo Oliver North en 1981 contra Nicaragua.

En términos de somero balance deberíamos decir, entonces, que este torbellino de los últimos 12 años ha hecho perder a Honduras por la vía de la muerte física o moral de excelentes seres humanos, por la emigración forzada y el exilio masivo de cerebros valiosos, por el envilecimiento de la gente débil, y por la imagen pública de nuestro gentilicio. Hondureño es sinónimo de corrupción, miseria y narcotráfico en el mundo entero.

Pero sabemos, desde luego, que esos calificativos no aplican a las mujeres y hombres valientes de este pueblo, que han resistido limpios hasta nuestros días, que han mantenido en alto el nombre de la tierra de sus padres y de sus madres, que no permitirán en silencio que la patria sea despedazada por un grupo reducido de sabandijas que entregan nuestros patrimonios a piratas de mierda que hablan el idioma de la codicia y de la muerte.

Entonces, a doce años de aquel evento que partió a Honduras en dos, en la Honduras de los narcos, fraudulentos y corruptos fascistas, y la Honduras de los hombres y mujeres valientes que aman su patria, nosotros decimos ni olvido ni perdón. La lucha sigue!

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 26 de junio de 2021