Por Eduardo Urbina
La región centroamericana pasa actualmente una situación muy compleja, el destierro y el exilio sigue siendo una realidad vigente, herencia de décadas pasadas que dejaron heridas sin sanar…
Como hondureño, defensor de derechos humanos, estudiante universitario de historia y militante opositor, no me es ajeno que siempre estas situaciones afloran en momentos de crisis políticas y más en nuestro país, donde tenemos hoy casi 10 años de dictadura.
No daré más detalles de la historia que me trajo aquí ni hablaré de la falsa acusación en mi contra. No, hoy comparto ese cúmulo de sentimientos, reacciones y pensamientos que me invaden merced a la categoría migratoria que me salvó la vida a mí y a 65 millones de personas en el mundo.
Obviaré los detalles antes mencionados no porque sean menos importantes, lo haré porque hoy es 20 de junio —un día que hasta este año no tenía mayor significado para mí— y se conmemora el Día Mundial de la Persona Refugiada. Por cierto, también estamos a 8 días de que se cumplan 9 años del fatídico golpe de Estado en Honduras.
Pero, ¿qué sabemos del refugio y de las personas refugiadas? ¿De dónde nace esta categoría? ¿Qué implica ser una persona refugiada? ¿Qué se siente ser un refugiado en Costa Rica? Antes de diciembre de 2017 yo no sabía que existía la categoría de refugiado. Había oído de la condición de asilado político mas no de refugiado, a pesar de que actualmente más de 145 países son signatarios del protocolo de refugio a nivel mundial y ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) tiene presencia en 125 países.
La historia de ACNUR
Durante la Segunda Guerra Mundial la devastación y la muerte recorrió Europa con una enorme agresividad que obligó a millones de personas a desplazarse. En respuesta a esto en diciembre de 1950 se crea ACNUR, la Agencia de la Naciones Unidas para los Refugiados, con la intención de salvar la vida de millones de personas que necesitaban salir de sus países a raíz de los conflictos internos que llegaron después de la guerra.
Según la Convención para los Refugiados se entiende que una persona refugiada es quien se encuentra fuera del país del cual es originario debido a un temor fundamentado de persecución por razones de etnia, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social u opiniones políticas, y que no puede o no quiere reclamar la protección de su país para poder volver.
ACNUR fue galardonada con el Premio Nobel de la paz del año 54 por sus labores realizadas en Europa. Para el año 1957 comienzan en África las guerras pro-independencia, guerras civiles y el proceso de descolonización. Lo que hizo que la agencia entrara en funciones en esta región del mundo.
Para 1967 la ONU toma la decisión de que ACNUR tenga presencia mundial y que refuerce los protocolos para acoger desplazados en diferentes países y otorgarles la condición de refugiados. Tres años más tarde América Latina y Asia se encuentran con conflictos de diferentes naturalezas. Es aquí cuando su labor entra con más fuerza en nuestra región.
Para 1980 el mundo se encontraba en una situación más que convulsa y se crea una categoría nueva: los desplazados internos. Un desplazado interno es alguien que es forzado a dejar su hogar pero que se mantiene dentro de las fronteras de su país. Las causas más frecuentes para que se propicie este fenómeno son: la violencia generalizada, conflictos armados y violaciones a los derechos humanos. En muchos casos los desplazados son amparados por su gobierno y en otros el mismo gobierno es causante del desplazamiento. A nivel global el número de desplazados se aproxima a 40,3 millones de personas. Las personas en esta condición poseen todos los derechos que poseen como ciudadanos, la protección del derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos.
Para el año 2017, se estimaba que el número de refugiados en todo el mundo era de 68,5 millones de personas. Solo de Siria han salido cuatro millones de refugiados y siete millones de desplazados internos. Como es evidente la agencia desde su creación ha tenido mucha actividad y muchas emergencias que cubrir y asistir.
Mi historia de refugio
En Honduras levantar la voz en contra del Gobierno puede implicar la persecución del Estado, el encarcelamiento e incluso la muerte. Se cuentan ya más de 20 asesinatos por razones políticas según el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH). Hoy día tenemos cinco presos políticos: Edwin Robelo Espinal, Raúl Eduardo Álvarez Ordóñez, Gustavo Adolfo Cáceres Ayala, José Gabriel Godínez Avelar y Edy Gonzalo Valle. A ellos nos sumamos cientos más que sufrimos procesos de criminalización y judicialización.
En marzo de 2018 me tocó a mí ser solicitante de refugio porque es evidente que yo no escogí ser refugiado. Todo esto ocurrió después de una falsa acusación en mi país, una detención en la frontera, una orden de captura internacional a solicitud del gobierno hondureño y una desmedida solicitud de extradición.
Pasé más de 60 días privado de libertad, fueron días y noches durante los cuales mi angustia, la de mis amistades y mi familia fue enorme. La desesperación era nuestro pan de cada día. La desesperanza constantemente se asomaba, pero las llamadas que podía realizar día con día me devolvían la esperanza que por momentos se iba de mi cuerpo y espíritu. Todo estaba pasando a la vez, la única opción era la resolución de mi solicitud de refugiado por parte del Gobierno de Costa Rica.
Presentamos una enorme cantidad de pruebas incluyendo documentos en los cuales se verificaba que había sido perseguido en mi país por mis opiniones políticas. También describimos el atentado que sufrí un año atrás cuando agentes de la policía me dispararon en 4 ocasiones, los mensajes de amenaza, las fotos que circulaban en redes sociales…
Así fue como mi libertad y en pocas palabras mi vida quedó a merced de personas que yo no conocía. Personas que iban a evaluar mi caso para verificar las pruebas presentadas y la veracidad del mismo.
El 23 de abril llegó por la noche el momento esperado —que pude conocer hasta la mañana siguiente— la Comisión de Visas Restringidas y Refugio había aprobado mi refugio; es decir, estaba a horas de recobrar mi libertad en Costa Rica, país que me abrió los brazos y decidió aceptarme y protegerme.
Hoy por hoy estoy retomando —podría decir reiniciando— mi vida en Costa Rica y pronto retomaré mis estudios universitarios. Como refugiado sé lo difícil que es salir del hogar sin saber cuándo volverás y llegar a un lugar nuevo con costumbres, comida y personas diferentes. Es difícil, pero al final no escogimos ser refugiados nos obligaron a serlo.
Gracias Costa Rica, gracias a su Gobierno y a su pueblo. Gracias a cada organización defensora de derechos humanos que levantó sus manos para exigir mi liberad y reclamar mi inocencia.
Gracias pueblo hondureño por su ejemplo de dignidad y valentía. ¡¡El mundo exige la liberación de nuestros presos políticos!!