Los defensores y defensoras de los derechos humanos son personas que, a título individual o colectivo, trabajan para hacer realidad los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las diversas normas que la desarrollan. Ese compromiso se ha demostrado fundamental para visibilizar situaciones de injusticia social, combatir la impunidad e impulsar los procesos democráticos en todo el mundo.
En la Declaración de la ONU sobre los Defensores de los Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General el 9 de diciembre de 1998, las Naciones Unidas no solo reconocieron su legitimidad al considerar la defensa de los derechos humanos como un derecho en sí mismo, sino también el papel decisivo que desempeñan y la necesidad de garantizar su protección.
El 9 de diciembre se celebra su Día Internacional, y el 29 de noviembre el Día Internacional de las Defensoras. Desde su fundación en 1961, Amnistía Internacional apoya a las defensoras y defensores porque se sitúan en primera línea de la lucha por los derechos humanos y porque ponen al descubierto la inmensa brecha entre los compromisos retóricos de los gobiernos y su limitado cumplimiento en la práctica.
Al recordar a las autoridades (y a las poderosas élites políticas, militares y económicas) sus obligaciones en materia de derechos humanos, los defensores y defensoras asumen serios riesgos.
Amnistía Internacional ha documentado ataques contra estas personas en la mayoría de países del mundo, y también tácticas represivas para silenciar al colectivo por parte de gobiernos de todas las tendencias políticas. Tales ataques adoptan formas y grados diversos: amenaza continua, intentos de desacreditar su trabajo, encarcelamiento injusto, tortura e incluso asesinato. Esta amenaza también se hace extensible a sus familiares.
Nelson Mandela, activista sudafricano de los derechos civiles «privar a las personas de sus derechos humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad».
Contexto
Los defensores y defensoras son aquellas personas que actúan pacíficamente, sin recurrir a la violencia, para promover y proteger la universalidad e indivisibilidad de los derechos de pueblos e individuos. Pueden ser personas de muy diversa tipología. Pueden actuar por cuenta propia o de forma asociativa; algunas actúan a título personal, otras en el marco de su profesión; defendiendo los derechos humanos en sus actividades cotidianas o tras una acción individual a favor de esa causa.
Los defensores y defensoras denuncian y ponen en evidencia a quienes abusan de su posición de poder y autoridad. También destapan violaciones de derechos humanos, las someten al escrutinio público y presionan para que los responsables rindan cuentas. Pueden empoderar a particulares y comunidades para que reivindiquen sus derechos básicos. Otras se niegan a aceptar como natural o inamovible cualquier orden político, social o económico que condene a sectores enteros de población a vivir en la miseria, el temor y la indignidad.
Y diverso es el ámbito de los derechos que defienden. Civiles y políticos, como el derecho a no sufrir tortura o a tener un juicio justo. Económicos y sociales, como el derecho al mejor nivel de salud posible o a la educación. Y culturales, como el derecho de los pueblos indígenas a tener el control de sus tierras y sus recursos, o los derechos sexuales y reproductivos.
Donde no hay diferencias es en su respeto al principio fundamental de universalidad, que reconoce a todos los seres humanos como iguales en dignidad y derechos, sin importar el género, la raza, la etnia o cualquier otra condición.
Amnistía Internacional trabaja para visibilizar y respaldar públicamente a las defensoras y defensores tanto dentro como fuera de su país, difundiendo la importancia de su labor y las normas internacionales que los protegen.
AMNISTÍA INTERNACIONAL PIDE A LOS GOBIERNOS:
– Que garanticen un ambiente seguro y propicio para la defensa de los derechos humanos y redoblen sus esfuerzos para la protección efectiva de las defensoras y defensores.
– Que presenten un plan de aplicación de los principios proclamados en la Declaración de la ONU sobre los Defensores de Derechos Humanos.
– Que eliminen todos los obstáculos políticos o jurídicos que impidan la adecuada aplicación de las recomendaciones y medidas cautelares propuestas por los órganos regionales para la protección de las personas que defienden los derechos humanos.
– Que presenten planes de política exterior que hagan realidad los principios de la declaración.
– Que tomen medidas específicas para proteger eficazmente a las defensoras, utilizando un enfoque diferenciado, sensible al género y respetuoso de la diversidad.