Chile (El Desconcierto).- Las historias de Bartolina Sisa, de las hermanas Quintreman y de Berta Cáceres demuestran que la resistencia indígena aún se encuentra vigente en Chile y en Latinoamérica. Con esta efeméride se conmemoran esfuerzos y resistencias de mujeres de distintas zonas que lucharon por defender sus territorios.
El 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, en honor a la guerrera aymara Bartolina Sisa, quien junto con su esposo “Túpac Katari” lideró parte importante de la rebelión aymara-quechua contra la explotación y abuso de los conquistadores españoles en el Alto Perú, que comenzó en 1780.
La fecha se eligió durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América que se reunió en 1983 en Tihuanacu (Bolivia), y desde entonces cada año se conmemora el rol, esfuerzos y resistencias de mujeres de distintas zonas por la sobrevivencia de sus pueblos, y no ser avasallados por el progreso económico y tecnológico en desmedro de sus creencias y tradiciones.
Durante los últimos años, los principales conflictos que suelen enfrentar estas comunidades han estado marcados por la persecución a líderes indígenas y ambientalistas. De acuerdo a un informe de la ONG Frontline Defenders, 281 activistas fueron asesinados en 25 países, y de ellos, el 49% defendían la tierra, los derechos de los pueblos indígenas y el medioambiente. La gran mayoría de ellos murió en América Latina, y las principales sospechas recaen sobre la industria hidroeléctrica, minería y la agroindustria.
En total son más de mil defensores quienes además han sufrido acosos, detenciones o han sido sujetos a campañas de desprestigio. Las historias de resistencia indígena aún se encuentran vigentes en Chile y en Latinoamérica, y a continuación, se exponen tres episodios a lo largo de su historia.
1. Bartolina Sisa, líder de la insurgencia contra los conquistadores
Bartolina Sisa nació en 1750, y era tejedora e hiladora. Adquirió el rubro del comercio de coca y tela gracias a su familia –que a su vez lo adquirió para liberarse del sometimiento al que estaban condenados todos los pueblos originarios de esas tierras–por lo que logró independizarse a los 19 años. Durante sus viajes por ciudades, pueblos, minas y cocales del virreinato observó el sometimiento que sufrían los indígenas por parte de las autoridades, los blancos españoles, y de ahí se generó su “convicción de protesta contra todo sistema colonialista de explotación”.
Su rebelión unió a dos pueblos rivales (aymaras y quechuas), y en un comienzo convocó a más de cuarenta mil hombres para sitiar la ciudad de La Paz; luego ese número se duplicó. Sisa era hábil en combate, por lo que fue nombrada Virreina –y su esposo “Túpac Katari” Virrey del Inca–, y con ese título, organizó campamentos militares durante la sublevación en distintas zonas del virreinato.
La insurgencia tuvo importantes avances, pero luego de meses de resistencia, Sisa fue traicionada y capturada, y luego también lo fue su esposo a fines de 1781. Ambos fueron brutalmente descuartizados. Bartolina Sisa fue obligada a presenciar el descuartizamiento público de Túpac Katari en la plaza de Peñas, y luego, después de casi un año de encierro, el 5 de septiembre de 1782, se le condenó a ser sacada a la plaza mayor atada a la cola de un caballo y arrastrada hasta morir cruelmente.
2. Chile: Las hermanas Quintreman contra Endesa
Desde 1995, las hermanas mapuche Nicolasa y Berta Quintreman lideraron de forma tenaz el primer gran movimiento ambientalista chileno, cuando la empresa Endesa anunció la construcción de la central hidroeléctrica Ralco de Endesa en la comuna de Alto Biobío, que destruiría las comunidades Queupuca Ralco y Ralco Lepoy debido a que contemplaba la construcción de una represa que inundaría sus terrenos y territorios sagrados.
La población pehuenche cuestionó fuertemente el proyecto, debido a que la inundación obligaría a las comunidades a desplazarse, y se consideraba que su construcción iba a afectar el equilibrio ecológico de la zona. Para este pueblo, el Alto Bío Bío es considerado un territorio sagrado, y un espacio donde la conexión vital de la tierra con sus habitantes significa el cuidado del río, los bosques, las lagunas y los animales.
Las hermanas Quintreman se negaron a firmar los acuerdos con Endesa que inundarían sus territorios, y sus críticas fueron avaladas por un informe de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), que señaló que el proyecto tenía “serias implicaciones humanas, étnico-culturales y ecológicas, y graves consecuencias jurídicas históricas”. Sin embargo, la construcción se inició en 1997, gracias a un acuerdo entre el gobierno de Eduardo Frei y Endesa.
Sin embargo, tanto Berta como la ñaña Nicolasa –nombrada así por su sabiduría– no abandonaron su lucha. En el caso de la segunda, hasta el día de su muerte el pasado 24 de diciembre de 2013, cuando fue encontrada ahogada en el lago Ralco. Para Berta, continúa hasta hoy.
3. Berta Cáceres, la activista de Honduras que no cedió ante China
El 3 de marzo de 2016, la activista y defensora de derechos humanos Berta Cáceres fue encontrada muerta en su vivienda, en medio de un fuerte conflicto con el gobierno y la instalación de una represa hidroeléctrica.
En 1993, Cáceres fue una de las fundadoras del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), y desde ese espacio lideró las manifestaciones en defensa del medioambiente. Era líder de la comunidad indígena lenca –la mayor etnia indígena de Honduras– y desde 2006 organizó a su pueblo contra la construcción de la represa de Agua Zarca, que pretendía instalarse en el noroeste del país en el Río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para su supervivencia.
Finalmente, luego de una ardua tarea de oposición, en 2013 la iniciativa de la empresa estatal china Sinohydro retiró su participación en el proyecto hidroeléctrico, y explicó que su decisión se motivó en la continua resistencia comunitaria.
En contraste con las amenazas de violaciones, linchamientos, ataques a su madre e hijas que no la detuvieron, su lucha en defensa de los recursos naturales en el occidente de Honduras fue reconocida en 2015, cuando recibió el Premio Medioambiental Goldman.
Las informaciones con respecto a su muerte aún no se esclarecen. En un comienzo se señaló que la víctima sufrió de un robo, sin embargo, según han señalado sus familiares, “todos sabemos que fue por su lucha”. Su crimen se mantiene impune hasta hoy.