El colonialismo violento, racista y supremacista que mordía África, Asia y América en el siglo 14 procedía de Inglaterra, Estados Unidos, Francia, España y Portugal. Esa enfermedad sigue vigente.
En África, las transnacionales mineras, fruteras y petroleras europeas alimentan guerras internas para controlar la explotación salvaje de sus bienes naturales, forzando el surgimiento de zonas de sequía que expulsan a millares de seres humanos a cruzar el mar mediterráneo.
De este lado del mar, la Europa etnocéntrica, la blanca, la monárquica, deja morir ahogados a estos seres negros, empobrecidos, sin títulos, sin nobleza, sin derechos. Y si alcanzan atravesar las aguas, las policías y los ejércitos los cercan hasta morir.
El 24 de junio, 23 migrantes africanos murieron y 76 fueron heridos cuando intentaban cruzar de Marruecos a España. Es el número de víctimas fatales más alto ocurrido en muchos años en los enclaves europeos en Marruecos.
La tragedia de Melilla ocurrió al mismo tiempo que los ricos del G-7 se reunían en Alemania para desafiar los pectorales de Putin y la fuerza destructora de la OTAN impulsada por el Pentágono estadounidense en Madrid, para aumentar el envío de armas.
Las dos citas por separado no tenían por objetivo reducir los precios de los combustibles ni mucho menos resolver las causas de la migración climática, sino de aumentar la destrucción de Ucrania a través de combatientes mercenarios y fascistas que disparan contra la armada rusa.
En América, cuatro días después de la tragedia de Melilla, un total de 53 personas migrantes latinoamericanas murieron ahogados al interior de un camión sellado en Texas, dentro del territorio estadounidense. De ese total de víctimas, 14 eran hondureñas, huyendo de la incertidumbre dejada por los narcos pro estadounidenses.
Esta nueva tragedia humana de la migración provocada por el colonialismo del norte ocurre unos días después de la cumbre de aliados de Estados Unidos en Los Ángeles, sin los Estados Unidos Mexicanos y sin otros 10 Estados de las Américas que hablaron sobre las migraciones masivas.
Frente a esta problemática global y local, el Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Honduras, COFADEH, salió ayer durante el primer viernes de julio a la Plaza de los pañuelos blancos en Tegucigalpa con un mensaje de condena.
Aparte de recordar que el crimen de la desaparición forzada es una herida mortal en la conciencia profunda de Honduras y que los criminales responsables siguen impunes, olvidados por el Estado, pero jamás por sus víctimas, el Cofadeh se ocupó de la emigración forzada.
“Aprovechamos esta plaza pública para expresar en voz alta nuestra solidaridad a las familias que sufren la emigración forzada derivada regularmente en tragedia dentro del territorio mexicano y estadounidense”, dijo la organización en un comunicado público.
En tal sentido, recomendó a la presidenta del país, Xiomara Castro, que al momento de repatriar los cuerpos de las víctimas de esta tragedia continuada del modelo narco, aproveche para pasar un mensaje directo al Comando Sur y a la Casa Blanca.
Según el texto divulgado, este mensaje debe precisar que la migración continuará en tanto el costo de vida sobrepase las capacidades de las personas a causa de la guerra de Estados Unidos contra Rusia y debido a la insistencia de desestabilizar aquí la sociedad con carteles y bandas extorsionadoras.
Un país, ambiental y económicamente destruido por ese modo rapaz de producción de materias primas al norte insaciable, incluidas drogas y metales, no tiene la capacidad de comprar combustibles ni fertilizantes a precios fuera de órbita. Y, por tanto, no puede retener con promesas a su población empobrecida sedienta de dignificación.
El Cofadeh sugirió al Comando Sur, que visita frecuentemente la Casa Presidencial hondureña, que no pretenda detener la migración ni con enfoques de seguridad regional anti chinos ni amenazas o promesas de cooperación militar. Y que asuma, más bien, la responsabilidad por las tragedias que sufre la gente en sus intentos de ponerse a salvo de las políticas coloniales.
Honduras esperaba en 2022 otro tipo de reacción de Estados Unidos como responsable del golpe de Estado de 2009, dice el Comité, porque ese crimen fue ejecutado para asegurar los negocios transnacionales, el tráfico ilegal de drogas y las plataformas militares violentas sobre el territorio nacional.
“Esperábamos tacto en las relaciones, al menos un cambio de lenguaje hacia las autoridades y el pueblo, y propuestas inteligentes para iniciar la transición de la tragedia narco-corrupta hacia la dignificación colectiva”, subrayó la organización de víctimas que se declaró decepcionada de la reapertura del canal diplomático de Washington en Tegucigalpa.
Por segunda vez consecutiva, la organización fundada hace 40 años debido a la política represiva impuesta por Estados Unidos a través del batallón de la muerte 3-16, censuró la política comunicativa de doña Laura, por ligera e intervencionista.
También el Comité de víctimas señala en su pronunciamiento de ayer viernes que la insistencia del Comando Sur en palabras desteñidas como seguridad regional, derechos laborales, migración, triángulo norte, asistencia militar, no aporta a una política exterior respetuosa.
¿Apoyo militar para qué?, se pregunta, si todo el respaldo al personal uniformado en los últimos años sirvió para facilitar el transporte y la producción de drogas y para golpear la democracia! ¿Derechos laborales? ¡El Comando Sur asegurándose con las armas la explotación de la fuerza humana para el mercado, no puede ser! ¿Seguridad regional?, ya sabemos que además de reprimir en fronteras esa expresión incluye invasiones y golpes de Estado. ¡Ya basta!
Con esa exclamación, el Cofadeh pareció pedir a la Casa Blanca, al Pentágono y a las demás agencias del gobierno, que no impidan al pueblo de Honduras un eventual cambio constitucional, la ampliación de las relaciones internacionales y nuevas formas soberanas de progreso para la gente.
Con todo respeto, dice el texto, sería deseable que Estados Unidos se asesore bien sobre cómo evitar – si eso les importa – la profundización de un sentimiento popular de malestar, de desconfianza y de rechazo que alimentan en Honduras.
La humillación de Juan Orlando Hernández, extraditado en abril pasado, y la generosidad del pueblo estadounidense de acoger millares de trabajadoras y trabajadores hondureños en su territorio, no son suficientes para detener el ánimo crítico cada vez más atento a su política de relacionamiento errático con el pueblo de Morazán.
Así terminó el documento dirigido a Washington con un pedido de mayor esmero. De sincero respeto e interés humano. ¡Esfuércense!
Buenas noches.
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 2 de julio de 2022