Texto: Sandra Rodríguez
Tegucigalpa, Honduras- Se enamoró del “clownismo” un arte con el que cuenta sus experiencias personales al público para hacerlo reír. Para ello estudió actuación en escuelas nacionales y extranjeras, haciendo de las calles su máximo escenario y lugar de trabajo.
Cristian Espinoza “el clown” ahora permanece con gafas oscuras y medicamento para sus ojos ya que un ataque policial-militar dañó sus pestañas y lacrimales al caerle agua química de una tanqueta policial “como si fueran balas sobre su rostro”, durante una protesta contra el narco-gobierno de Juan Orlando Hernández.
Si se traduce el anglosajismo “clown” al español es payaso/aldeano» -pero- aclaró Cristian, no como los que se suben a los buses a contar chistes y reírse del público, sino que es un concepto más globalizado que necesita estudio y respeto para poder contar sus propias anécdotas y transmitir un mensaje positivo.
El joven de 28 años es originario de Tegucigalpa, ciudad que conoce desde cada calle o cruce de semáforo que ha recorrido en los últimos diez años para mejorar sus técnicas circenses como malabarismo, mimo o teatro, con su vestimenta de colores o blanco y negro, y su carita pintada a bordo de una bicicleta.
Esta es la forma de ganarse la vida, su trabajo ha sido limitado a horarios al inicio y final del día, para que la luz solar no le afecte la visión. De lo contario sus pequeños ojos oscuros pueden lastimarse, tras un proceso de año y medio de recuperación.
La calle no es fácil, pero es el escenario multicultural donde las personas van serias, enojadas, alegres, hay quienes expresan insultos y otras admiran al “artista callejero”.
“Andá a trabajar, buscá que hacer, no seas vago” dicen algunas personas, ignorando que Cristian es un joven que estudió en Honduras con el maestro de teatro Ángel Martínez, ha participado en el encuentro internacional de circo El Berrinche-Nicaragua, Escuela de Circo de Guatemala y tiene formación con personas que han trabajado en el histórico cirque Du Soleil de Canadá. Solo Honduras no tiene escuela de Circo.
La pandemia del Covid-19 también afectó el trabajo artístico, ya no hay presentaciones en los teatros municipales ni plazas de los pueblos hondureños, lo que también mermó los ingresos económicos de los artistas callejeros, un término bien empleado desde su origen en Francia donde los artistas colocaron una carpa y le llamaron circo.
Cuando alguien está en la calle tocando el violín, haciendo malabares, figuras humanas, murales, cantando y otras formas de arte, está compartiendo su talento porque las ven personas que quizá no pueden ir a un teatro a verlos, agregó Cristian Espinoza.
Estos artistas reciben propinas voluntarias que dan 50, 10, 5, 2 o un lempira y al final del día ese dinero ayuda a llevar comida a la casa, por lo que el joven no ha podido dejar de estar en la calle, pese a que su condición de salud no es óptima.
La conversación con Cristian fue quebrantada por un silencio… al preguntarle ¿Qué sucedió el 15 de septiembre de 2020?
COFADEH ha sido mi colchón en este duro golpe
Ese día salí temprano de mi casa, participé en la movilización contra la dictadura de Juan Orlando Hernández, entre cientos de personas caminé por el bulevar Morazán hasta llegar al parque central de Tegucigalpa.
Noté algo extraño, había elementos policiales y militares por las diferentes calles aledañas al centro, pero no pensé que iba a pasar algo así, porque siempre hemos estado buscando ser voz en el pueblo, agregó el artista.
En Honduras, desde el 2009, tras el golpe de Estado, se realiza una movilización paralela del movimiento social en repudio al oficialismo que realiza su desfile en el Estadio Nacional, donde las fuerzas represoras del Estado y estudiantes de educación media rinden pleitesía a los presidentes de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
La movilización ha sido atacada en los últimos años, los policías y militares lanzan bombas lacrimógenas, cierran las calles, disparan sus armas y lanzan agua química contra los manifestantes, sin importar su edad, estado de salud o procedencia.
“En el parque había piñatas y pólvora, la policía buscó esa excusa para empezar a atacarnos, ya nos tenían encerrados” Cristian Espinoza
Es este escenario de guerra, el 15 de septiembre de 2020, cerca de las 10 de la mañana una tanqueta cegó la vista de Cristian Espinoza. Un chorro de agua química le dañó los parpados, pestañas y conductos lacrimales, afortunadamente se cubrió con sus manos y amortiguó el impacto. Una vez tendido en el suelo, fue llevado por su papá y un amigo hacia el Hospital Escuela Universitario (HE-U) donde siguió su agonía.
Hasta el día de hoy no sé qué contiene esa agua, porque desde la tanqueta tiraban a matar, ellos disparan utilizando una cámara para ver el objetivo. Me preocupaba la lenta atención en el HEU, me decían que no tenían oftalmólogo ni cirujano plástico, por motivo de la pandemia. Debieron intervenirme quirúrgicamente, pero no tuve atención especializada. Estuve como tres días vendado, relató el artista.
El joven acostumbrado a reirse de sí mismo, ahora estaba
de mal humor.
“Además, llegaban muchas personas a preguntarme cosas, decían que eran de derechos humanos, pero creo que también llegaron policías por el tipo de preguntas que me hacían y por sus pasos, eso me daba miedo”, agregó Cristian, quien prosiguió en los siguientes días “con muy mal humor”.
Pero entre esas personas llegaron defensoras de derechos humanos del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), “organización con la que estoy profundamente agradecido porque ha sido el colchón en este gran golpe, es quien me ha ayudado a levantarme moral y económicamente”.
No me quejo de como me han tratado en COFADEH, que dirige doña Berta Oliva. A veces me llamaban y no respondía, me decian que viniera a la oficina, pero es que estaba lleno de ira, odio y dolor contra los que me atacaron “se escapó ese clown y quedó conmigo ese rencor” agregó Cristian soltando una gran sonrisa.
Su enojo era contra las personas que dirigían el país, porque los policías solo reciben órdenes y son de la clase trabajadora, ellos deberían tener mayor educación y saber tratar a las personas, atacan a quienes andan trabajando para mantener a su familia, agregó.
Y sostuvo que el COFADEH lo ha llevado a diferentes oftalmólogos, poco a poco ha ido recuperando su vista, pero ha sido lento el proceso. Actualmente, un médico lo atiende en San Pedro Sula, que dista de unos 250 kilómetros de Tegucigalpa.
El 11 de octubre de 2021 le practicaron una operación para ponerle unos conductos lacrimales, un ojo lleva más ventaja que otro en cuanto a la adaptación de la prótesis, cada seis horas debe aplicarse un medicamento y limpiarse con hisopos porque las pestañas no cumplen la función de protección ocular externa.
Hoy 17 de febrero nuevamente visitó al médico, quien le dijo que debe seguir con el tratamiento y cuidados indicados, comentó mientras regresaba a Tegucigalpa.
Urge fortalecer el arte
El padre de dos niñas de 7 y 10 años, sueña con un país donde el arte sea rescatada, que sean valorados los artistas callejeros y que se cree la escuela de circo.
“Entonces esperamos que muchos niños, niñas y jóvenes sean rescatados de malas influencias, el arte es la salvación para quienes no tienen un empleo, porque es un medio de sobrevivencia”, afirmó Cristian.
La falta de formación cultural hace que la juventud admire a personas que fomentan antivalores, cantantes, actores y demás que cobran altos montos por sus “shows”, pero no estamos valorando al artista callejero, que regala su arte, afirmó.
El sistema educativo debe fortalecer las aptitudes artistas de los niños y niñas, agregó el joven que milita en diferentes espacios artísticos, sociales y políticos, especialmente opositores al continuismo dictatorial implantado en Honduras desde el 2009 con el Golpe de Estado.
“Con mis compañeros he pensado en compartir talleres artísticos y en la rama del circo a todas las personas que quieran aprender y que sea con aportes voluntarios sin excluir a nadie”, es el proyecto próximo de Cristian Espinoza, el Clown que se enamoró del circo y que lucha desde su resistencia contra la dictadura que le daño la vista y le quitó oportunidades de estudiar una carrera universitaria.
Nos quedamos con la cita pendiente para ver a Cristian en el esceario que le da vida al «Clonw» de la mirada oculta.