Giorgio Trucchi
La situación en Italia sigue siendo dramática. Según datos oficiales son más de 50 mil las personas positivas al coronavirus, pero podrían ser diez veces más. Más de 3 mil están internadas en unidades de cuidados intensivos y más de 6 mil han fallecido. La peor parte se la lleva el norte del país (más del 80 por ciento de los casos), en especial la región de Lombardía con más del 58 por ciento del total nacional.
Las estructuras sanitarias están al borde del colapso y el país se enfrenta con la imperiosa necesidad de frenar el avance y difusión del virus, anteponiendo el derecho fundamental a la salud a las “necesidades” del capital.
Según Andrea Cegna, redactor de Radio Onda d’Urto y colaborador de varios medios escritos, uno de los principales problemas es que, en poco más de dos décadas, Italia redujo a la mitad la cantidad de camas, incluyendo a las para cuidados intensivos, pasando de 575 a 275 cada 100 mil habitantes.
Desmantelamiento del Estado social
En una nota publicada en el diario Il Manifesto, Nicoletta Dentico señala que entre 2010 y 2016 fueron cerrados 175 hospitales y reducidas de 642 a 101 las estructuras descentralizadas del Servicio Sanitario Nacional para la erogación de servicios.
“Todo esto para beneficio de la salud privada y de la industria de seguros sanitarios. En 2017 el desembolso privado por salud aumentó del 9,6 por ciento, obligando a casi 7 millones de personas a endeudarse”, advierte en la nota.
Estos elementos han limitado gravemente la capacidad de respuesta inmediata, amplia y contundente del sistema sanitario ante la explosión del contagio de coronavirus.
A pesar de los esfuerzos del último mes para aumentar la disponibilidad de camas para cuidados intensivos y adquirir respiradores, los hospitales ya no logran dar abasto y están al borde del colapso.
“La emergencia y la crisis son amplificadas por decisiones políticas que han debilitado al Estado social, no sólo en cuanto a atención de salud sino también en lo laboral”, dice Cegna.
“Inicialmente las medidas del gobierno fueron muy blandas y millones de trabajadores y trabajadoras se encontraron atrapados ante la disyuntiva de elegir entre cuidar su salud y continuar a trabajar para garantizar su salario. Un verdadero chantaje que tiene origen en la progresiva pérdida de derechos laborales”.
¿Salud o economía?
Actualmente la única medida posible para detener la expansión del virus es reducir el contacto entre personas.
“El coronavirus es ‘totalmente democrático’ porque ataca de igual manera a todas las personas, no importa su estatus social, género o edad. El problema ̶ continúa Cegna ̶ es que no todas las personas viven la emergencia de la misma manera”.
“La estructuración asimétrica de la sociedad capitalista muestra toda su violencia tutelando a unos pocos y excluyendo a la inmensa mayoría que se queda con muy escasas opciones y garantías. Ante la pregunta de si es más importante la salud individual y colectiva o la economía, no podemos titubear”.
Precariedad y abandono
Aún más difícil es la situación de todas aquellas personas que trabajan por cuenta propia (con registro IVA), que tienen empleos informales y precarios, contratos a llamada o que están totalmente desprotegidos.
“Son personas que si no trabajan no ganan nada, ni tienen derecho a amortiguadores sociales. Hoy en día no hay un conflicto capital-trabajo sino capital-salud, donde la defensa de la salud como elemento colectivo se contrapone a las necesidades del capital”, explica el redactor de Radio Onda d’Urto.
En Italia lo vimos recientemente cuando la necesidad de limitar al máximo los contactos humanos chocó con la exigencia de la empresa privada de mantener abiertas actividades productivas no esenciales, ni estratégicas.
Según datos de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL, por su sigla en italiano) serían unas 12 millones las personas que, pese a la grave situación, siguen trabajando.
“Ha habido un cambio de rumbo por parte del gobierno, pero no es suficiente. Por un lado hay que garantizar la máxima seguridad para trabajadores y trabajadoras, y por el otro hay que tutelar a todas aquellas personas que no ganan salario si no trabajan”, manifiesta Cegna.
Ante esta situación, tanto la Unión Sindical de Base (USB) como las tres confederaciones sindicales CGIL, CISL y UIL anunciaron paro de labores para este 25 de marzo.
Mientras tanto, en varios puntos del país hay paros espontáneos de trabajadores y trabajadoras que exigen el cierre de todas las actividades no esenciales y más medidas de seguridad para las personas que siguen trabajando.
“Después de lo que estamos viviendo no podemos pensar que el mundo volverá a ser el mismo. Debe haber un nuevo inicio donde el derecho a la salud y los derechos fundamentales se posicionen como elementos primarios ante lo económico”, concluyó Cegna.