Construyendo la memoria histórica con las víctimas de El Tumbador

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Por Riccy Ponce

Trujillo, Colón.- Dolor, rabia, impotencia y ganas de hacer justicia, sintieron las viudas y sobrevivientes de la masacre de El Tumbador el 15 de noviembre del 2010, al ir al sitio y reconocer   los lugares donde inició todo el calvario y sufrimiento para los campesinos y sus familias, ya que cinco de ellos fueron cruelmente asesinados y varios heridos, así como las mujeres víctimas de hostigamiento y maltrato.

Las cinco mujeres que quedaron viudas, aunque conocen bien la finca El Tumbador, desde hace nueve años no volvieron, hasta la semana pasada, acompañadas por un equipo del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) y por los campesinos testigos de los hechos, quienes les iban narrando en el trascurso del camino que rodea las más de 700 hectáreas, ubicada en la comunidad Guadalupe Carney en Trujillo departamento de Colón, el lugar exacto donde las víctimas fueron emboscadas y donde murió cada una de ellas.

Los hijos menores de Teodoro Acosta  visitando por primera vez la finca El Tumbador, lugar donde fue asesinado su padre
Los hijos menores de Teodoro Acosta visitando por primera vez la finca El Tumbador, lugar donde fue asesinado su padre

Por su parte, las cuatro mujeres que fueron víctimas insultos y amenazadas a punta de pistola, expresaron estar con sentimientos encontrados porque desde ese día donde la sangre corrió en las familias campesinas de la comunidad de Guadalupe Carney, no volvieron hasta ahora que han acompañado a la delegación del Cofadeh.

Lilian Elizabeth Urrea, el día que ocurrieron los hechos llegó a las 6 de la mañana al lugar, cerca de la finca El Tumbador, en el transcurso del camino que es largo, expresó que ella junto a otras compañeras descansaron un rato antes de empezar su labor diaria, pero al comenzar el tiroteo y ver el movimiento de los militares y guardias de seguridad, ellas tomaron la decisión de esconderse arriba de un cerro.

Señalando el lugar dijo “allí estuvimos hasta que pasó el tiroteo y después de un tiempo nos bajamos, pero nos encontraron, nos llevaron a otro lugar, nos estuvieron haciendo preguntas y nos rodearon; a mí me decían que cuantos campesinos andaban y quien era el dirigente, si andaban armas, me preguntaron que andaba haciendo yo y les dije que yo andaba trabajando, que no andaba con ellos. Me amenazaban con una pistola y me pegaban en la cara, después que nos retuvieron en el lugar, cerca de la entrada a la finca, nos llevaron a una caseta que hay y nos tuvieron como media hora y después nos dejaron con la amenaza de que no dijéramos nada».

Al regresar al lugar donde vivió horas de terror, Lilian dijo que «yo me siento triste porque  perdimos a esos cinco compañeros, y  la lucha sigue y hasta la vez no se ha logrado nada, solo las amenazas de  siempre y nosotros queremos que la muerte de estos compañeros campesinos no quede impune, que se pueda lograr justicia  para las viudas y para nosotros, ya que no ha sido  fácil para las compañeras mujeres perder sus  esposos en esta lucha, que es  un derecho que nos pertenece al  Movimiento Campesino del Aguan(MCA) y los  terratenientes no las quiere solta, y la lucha sigue y queremos que se haga justicia.

Por su parte María Delfina López, la esposa de Ignacio Reyes, una de las cinco víctimas de la barbarie, por primera vez, en nueve años, le mostraron el sitio donde fue asesinado y dijo con la mirada fija en una mata de palma donde le asesinaron a su esposo por la espalda, que “estoy viendo ahora el lugar donde mataron a mi esposo, siento tristeza, pero al mismo tiempo siento coraje porque quisiera saber quién lo mató para hacer justicia”.

Una de las viudas mostrando por primera vez a su nieta donde asesinaron a su abuelo
Una de las viudas mostrando por primera vez a su nieta donde asesinaron a su abuelo

Con lágrimas en los ojos añadió “dicen que a él lo asesinaron los que lo encontraron, que venían del batallón y él se quiso correr para salvar su vida y le dispararon por la espalda, aquí participaron de la Fuerza Naval, del Batallón de Rio Claro y policías también, y cuando él ya estaba sin vida le pusieron una AK (arma de fuego) en el brazo para decir que el andaba armado, pero no, él solo andaba la bolsa de la comida, el agua y el machete que utilizaba para trabajar».

Doña Delfina dijo que nunca pensó que esa mañana cuando se despidió de él era la última vez que lo vería, «a él lo vi por última vez a las tres de la mañana que me fue a dejar al bus porque iba para La Ceiba, para hacer una diligencia cuando me llaman para decirme lo que estaba pasando y que había un muerto, solo me decían que era otra persona, cuando me dicen a mí que uno de los asesinados era mi esposo solo lloré y lloré».

Otra de  las personas que resultó herida en el ataque y que las secuelas  aún las tiene plasmadas es Francisco Ramírez, dijo a defensoresenlinea.com que «regrese porque la tierra nos pertenece y cae dentro de las 5,700 hectáreas que le pertenecen al Movimiento Campesino del Aguan (MCA). Nosotros hemos seguido luchando por la tierra porque nos pertenece, pero nosotros respetamos siempre una área que es del señor Miguel Facussé y hemos hablado con los mayordomos de él y le hemos dicho que le respetamos esa parte, pero por la tierra que nos corresponde vamos a luchar por ella».

Hoy nos sentimos triste al acompañar las mujeres que sobrevivieron porque yo lo viví también, y son compañeros que hoy nos hacen falta, es algo triste para mi por los recuerdos y lo que significa aquí, no solo para mi si no para las familias de las víctimas mortales, añadió.

La Finca El Tumbador está ubicada en la comunidad de Guadalupe Carney en Trujillo, Colón, que abarca 700.24 hectáreas pertenecientes al Movimiento Campesino del Aguan, que surgió a causa de la pobreza, porque después del huracán El Mitch, donde muchas personas perdieron todo, decidieron migrar, estableciéndose en dicha comunidad.

Según Francisco Ramírez, personas que investigando llegaron a las tierras el antiguo CREM (Centro Regional de Adiestramiento Militar) fue la primera tierra recuperada en la comunidad y al final no permanecieron en el lugar porque detectaron allí que había mucha suciedad que afectaba a los niños, ya que había mucho salpullido. Dichas tierras eran de un señor que se llamaba Temístocles Ramírez y el Estado se las pagó para Reforma Agraria y se formaron los grupos, apoyados por tres organizaciones que son Asociación Nacional de Campesinos de Honduras (ANACH), Asociación Nacional Campesina (ACAN) y la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC).

Finalmente informó que son 45 empresas las que conforman el MCA.