El Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Honduras, Cofadeh, asiste este primer viernes de diciembre fortalecido por su 39 aniversario de fundación el pasado 30 de noviembre y alegre por la elección multitudinaria de Xiomara Castro el domingo como Presidenta del Poder Ejecutivo del país.
Hoy aprovechamos esas emociones para expresar en voz alta la exigencia eterna al Estado de Honduras que adeuda verdad y justicia a más de 200 familias víctimas de la desaparición forzada ejecutada entre 1980 y 1992, y más recientemente a partir de 2009.
Es una gran ocasión para recordar que, después de la violenta ruptura constitucional de 2009, este Comité ha demandado una transición política que reconcilie la sociedad hondureña con su esencia de pueblo valiente, noble y trabajador. Que lo reconcilie con su pasado de dignidad y con su futuro de oportunidad.
Xiomara entiende bien que ese mandato de consolidación popular está delegado el 28 de noviembre de 2021 a nivel nacional, pero tal vez sus próximos subordinados de uniforme están pensando que la reconciliación post golpe implica una ventana hacia el perdón y olvido de sus torturas, desapariciones y asesinatos cometidos en el nombre de su extraño dios guerrero y de sus santos carteles de crimen organizado. ¡A estos rezadores armados les decimos al unísono: ¡jamás, ni lo piensen!
En este sentido, como la mayoría del pueblo hondureño, nosotras celebramos la elección gigante de esta mujer magnífica, de estampa ejecutiva y de sencillez popular, y le ofrecemos acompañamiento moral desde esta Plaza de los Pañuelos Blancos. Desde aquí, igualmente, denunciamos y rechazamos ese mezquino cerco patriarcal que hombres sin escrúpulos le están construyendo en el Congreso Nacional en línea con la estrategia aislacionista del Departamento de Estado de Estados Unidos.
La estrategia política de permitir al pueblo hondureño el dulce sabor de una victoria de mujer presidenta parida por la resistencia y, simultáneamente, amarrar políticamente sus extremidades, obligándola a recurrir cada vez que su agenda lo demande a la movilización constante de un cansado pueblo apaleado, es una maniobra perversa de quienes realmente no quieren la paz y la tranquilidad.
La confesión pública de Zelaya y Nasralla, revelando que los militares se oponen a una Asamblea Constituyente en obediencia a los miedos de Washington, y que la nueva administración no puede relacionarse con otros actores internacionales que no sean los demócratas y republicanos estadounidenses, es una vergüenza bien grande que ofende la memoria de los mártires y de todos los seres caídos en la lucha contra la intervención gringa en nuestro proceso descolonizador. Esa es una confesión pública de pragmatismo político que comprendemos, pero que rechazamos.
En estas circunstancias, apelamos a la nueva bancada legislativa de la concertación política aún dependiente de las máquinas del Consejo Electoral, y a los equipos ejecutivos que están en proceso de integración, que NO ofrezcan en la víspera lo que no se puede cumplir y que, al menos, NO dejen de hacer aquello que el pueblo simplemente espera, porque votó por ello.
El Cofadeh, como organización de víctimas de las dictaduras del partido nacional-liberal de 1980 a 1992 y de 2009 a 2021, demanda la liberación de todos los prisioneros políticos en enero 2022 como un gesto pragmático de reconciliación sincera, y la apertura de los juicios correspondientes a los policías y militares señalados y nombrados en los informes de las comisiones de Verdad de 2011 y 2012 por la comisión de crímenes contra la humanidad. Esta exigencia es innegociable.
Nos comprometemos con la nueva presidenta a facilitar, en ese sentido y en la medida de nuestras posibilidades, los procesos inmediatos que honren la memoria de hombres y mujeres que ofrendaron su sangre para hacer posible esta cuota de alegría.
A los Estados Unidos les decimos, una vez más, sus bases militares en Palmerola y Caratasca, sus compañías fruteras en el Norte y sus intereses geoestratégicos en todo el país, no son compatibles con el flujo masivo de empobrecidos migrantes hondureños que huyen de las empresas criminales de drogas y lavado de dinero que sostienen sobre nuestro territorio, mientras pretextan la presencia china y soviética. Ya es tiempo que hablemos sobre esto sin caretas, y que en honor al dolor popular al menos llévense a los canallas locales que han contribuido a ese modelo de muerte.
De los hechos y de los hechores, ni olvido ni perdón
Tegucigalpa, M.D.C., 3 de diciembre de 2021