Los militares golpistas, lectores de la biblia cristiana, y colaboradores del crimen organizado, están inquietos por la continuidad de la resistencia insurreccional del pueblo hondureño.
Esta semana emitieron una alerta a través del ministerio de defensa, que en realidad es una fachada civil del estado mayor de las fuerzas armadas.
Afirman que sus poderosos servicios de inteligencia saben los nombres de las gasolineras y empresas que serán quemadas por desconocidos encapuchados, al estilo de las bandas terroristas en Nicaragua.
El texto verde-olivo ataca de modo indirecto a dos organizaciones, el partido libertad y refundación y la convergencia nacional contra el continuismo, que han planteado estrategias de lucha en distintas fechas y modalidades, y con objetivos diferentes.
El Partido Libre después de su asamblea nacional en abril pasado anunció la creación de 10 mil comandos insurreccionales a nivel nacional, como parte de su estrategia de autodefensa electoral.
La convergencia contra el continuismo, por su parte, anunció a principios de junio en su asamblea general de Siguatepeque, que organizará estructuras locales y regionales, para consolidar una agenda de lucha democrática en varios campos.
De modo enfático Libre explicó que un comando, término militar apropiado por la inteligencia artificial, no significa una táctica de combate sino una forma de organización de base.
Por su parte, la coalición contra el continuismo, dijo que sus objetivos están centrados en la lucha contra la impunidad, la defensa de los derechos humanos, la liberación de los presos políticos y la recuperación del Estado de Derecho asaltado por los corruptos y narcotraficantes de ambos partidos políticos jurásicos, el Nacional y el Liberal.
Por muy claras que han sido las explicaciones, en el marco de la lucha no violenta, los militares golpistas que se han comportado además como mercenarios en los últimos ocho años al servicio de una dictadura corrupta, insisten en personificar a sus nuevos enemigos políticos como los insurrectos, los resistentes, los insistentes. Los comandos de lucha insurreccional.
Los militares están lejos de comprender que la insurrección es un derecho contenido en la Constitución de 1981, válido con todos los métodos frente a gobiernos ilegítimos, despóticos, que han tomado el poder por la fuerza o el fraude. Y ese es el caso del gobierno actual, que los militares sostienen con sus armas.
Y justo en el momento que la MACCIH abre la Caja de Pandora, de donde han salido los primeros 35 animales mitológicos, ladrones del dinero de los agricultores empobrecidos por el modelo, los militares salen al paso de las primeras manifestaciones anunciadas contra esa caterva de sanguijuelas.
Los militares hondureños, entrenados por la CIA, la DEA, la Escuela de las Américas y los nuevos programas secretos dirigidos por israelitas y colombianos, son fabricantes de ficciones mediáticas para criminalizar la resistencia sostenida del pueblo hondureño.
Esta semana, cuando las investigaciones Red y Pandora se juntan, tocando ya discretamente las puertas de Juan Orlando Hernández, los militares anticipan que se quemarán gasolineras y empresas para culpar a los manifestantes contra la corrupción de la dictadura.
Este viejo estilo, típico de los asesores del batallón de la muerte que dirigen la Mesa de Crisis del Consejo Nacional de Seguridad, es bien conocido por la resistencia insurreccional hondureña.
Por eso el partido Libre, mediante acción judicial anunciada ante el Ministerio Público, ha demandado seriedad y respeto a los militares conspiradores del Obelisco supeditados a la Casa Presidencial.
Y por eso la Coalición contra el Continuismo viajó al Occidente del país este fin de semana a organizar la estrategia regional contra los canallas que saquean la riqueza del pueblo de Honduras.
Los militares de Mateo y El Obelisco quieren imitar a las maras que atacan al pueblo de Nicaragua, para sabotear el diálogo político con el gobierno de ese país hermano. Y aquí para proteger las pestes que salen de Pandora, quizás pastores, quizás obispos y periodistas además de diputados y empresarios, quizás militares y su presidente también.
Nosotros, en cambio, queremos imitar a Costa Rica que no necesita de los militares para defender sus valores democráticos y que por el contrario los olvida cada día, por ser costosos, peligrosos e inútiles. Y donde el pueblo fue capaz de derrotar en las urnas a los constructores del miedo, que invocan a dios para cubrir sus perversidades.
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 16 de junio 2018