Tegucigalpa, Honduras.- El 1 de mayo de 2016, Tomás Enrique García Castillo salió de su casa para unirse a la manifestación popular del Día Internacional del Trabajador, se despidió de su madre y nunca volvió a su hogar.
Ese día se registró un incendio en la sede del Partido Nacional, en Comayagüela, por donde acostumbra a pasar la movilización que inicia en el barrio La Granja y culmina en el parque centra de Tegucigalpa.
Tomás de 38 años, pasante de la carrera de Derecho, era reconocido en el ámbito de la lucha social al igual que su madre la profesora Silvia Castillo, a quien desde niño lo llevaba con ella a las movilizaciones sociales y obreras como este día.
Tras días de búsqueda, finalmente la familia encontró el cuerpo de Tomás en la morgue judicial del Ministerio Público, había sido víctima de una ejecución extrajudicial y dejado en una colonia capitalina que, quizás él nunca había conocido, detalló su hermana Jessica Castillo, quien ahora forma parte del Comité por la Liberación de los Presos Políticos en Honduras.
Estos cincos años han sido duros, relató la también docente. Mi madre sufre mucho, esperamos pronto avanzar legalmente con nuestras representantes legales que son las compañeras del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), continuó Jessica Castillo.
La demanda será por la falta de investigación y la no aplicación de justicia contra los responsables del crimen de Tomás, según detalló la familia. Mientras Jessica camina entre la multitud caracterizada de algún personaje y con la bandera teñida de “sangre” denunciando la impunidad en Honduras, la profesora Silvia porta a la altura de su pecho una imagen de Tomás, su hijo menor.
Lo torturaron y mataron en lo que llaman “ejecución en fuga”, no hay autores materiales ni intelectuales a quien responsabilizar.
El caso está asignado a la Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida del Ministerio Público, y según su estado sigue “en investigación” informó la abogada del COFADEH, Dora Oliva, mostrando el expediente en poder de la Organización.
Por lo que, en estos cinco años, no se ha investigado sobre el crimen, la profesora Silvia acudía asiduamente a las entidades de investigación para preguntar por el caso, donde le daban la misma respuesta “está en investigación” lo que acrecentó su dolor materno. Debido a la pandemia por el COVID-19 se le imposibilita retomar esos menesteres.
“Somos sobrevivientes de la pandemia” afirmó Jessica, y seguimos luchando para que se haga justicia, con los cuidados necesarios estas luchadoras vuelven a las calles de donde secuestraron aquel 1 de mayo de 2016 a Tomás el joven que eligió quedarse en el país antes de hacer “turismo revolucionario”, frase que repite su familia y que él dijo cuándo le ofrecieron el exilio.
Su lucha en contra del golpe de Estado de 2009 lo hizo víctima de persecución política, por unos meses debió salir del país. Siempre se hizo asesorar y acompañar del COFADEH para continuar exigiendo la caída de la dictadura impuesta por el golpismo y anhelando un país mejor.
Desde su infancia era un niño inquieto, curioso, hiperactivo, colaboraba a pintar mantas junto a su madre y demás compañeros de la Fuerza Universitaria Revolucionaria (FUR), en la década de 1980. De ahí surgió el apodo de “Pantera”, porque siempre andaba corriendo y haciendo todo apresurado.
Él me decía ‘mamá como quiere que sea diferente’ y supe que éramos iguales en pensamiento ideológico y social, por lo que dejé que siguiera en su línea de librepensador. Era músico, ejecutaba la batería y la guitarra, disfrutaba del rock, la música era parte de su vida, relató entre lágrimas su madre.
Al finalizar la movilización del 1 de Mayo, la familia de Tomás leyó un comunicado en la concha acústica del parque central de Tegucigalpa, zona donde fue visto por última vez el hijo de la profesora Silvia.