Con la caída de las monarquías y la independencia de las colonias en América vino también la separación del Estado y la Iglesia. Era necesario hacerlo en el aquel momento ya que sólo así se podían garantizar el respeto al derecho de educación universal, el acceso a la salud pública y el desarrollo de la ciencia, el respeto a las libertades individuales y la posibilidad de evitar que los grupos de poder colonial (poderes fácticos hoy en día) retomaran el control y nos regresaran a la esclavitud. Era necesario hace 200 años y lo sigue siendo actualmente.
La propuesta de hacer obligatoria la lectura de la Biblia en los centros educativos es un paso en el camino equivocado. Sus promotores dicen que el objetivo es reducir la violencia y la corrupción, pero parecen olvidar que los diputados que someten está moción están actualmente acusados de actos ilícitos en la administración pública.
Es un error asegurar que la moral y la religión son sinónimas. Los corruptos que saquearon el Instituto Hondureño del Seguro Social (IHSS) eran creyentes, y los sicarios y los cabecillas del crimen organizado, que a tanta gente han asesinado, también lo son. Los políticos más nefastos van frecuentemente a misa o al culto sin ninguna muestra de vergüenza.
Una cosa no es garantía de la otra y cómo Ecuménicas por el Derecho a Decidir (EDD) nos preocupa este falso discurso. La lectura de la Biblia en las escuelas no va a reducir los índices de crimen y violencia. Lo que si va a reducir son los derechos de los niños y niñas que serán sometidos al dogma, sin capacidad de desarrollar un pensamiento crítico.
Nos encantaría que los y las diputadas tuvieran el mismo interés cuando proponemos leyes para dar más atención a la salud a las mujeres o cuando pedimos que se respete el derecho a decidir que tenemos sobre nuestros cuerpos.
Las Ecuménicas por el Derecho a Decidir EDD creemos en la separación de Estado e Iglesia y en los tres principios de la LAICIDAD:
a. Libertad de Conciencia, que garantiza a cada persona creer, pensar y sentir conforme a su conciencia.
b. Autonomía de lo político frente a lo religioso que permite que el espacio público se mantenga imparcial frente a poderes fácticos.
c. Igualdad ante la ley y no discriminación, pues no hay diferencia en la dignidad de las personas.
Cómo seguidoras de Jesucristo nuestra tarea es señalar cuando la iglesia abusa de su poder y olvida su vocación de servir. No podemos regresar al tiempo de la colonia donde un pequeño grupo, usando inescrupulosamente el nombre de Dios, quieren vivir como reyes sentenciando al pueblo entero a la miseria. Hemos avanzado cómo sociedad, no debemos retroceder, debemos proteger el Estado Laico.
Ecuménicas por el Derecho a Decidir.
(Hoy 29 de Mayo de 2018 en Diario La Tribuna)