Por: Félix Cesario (poeta, periodista e histórico defensor de derechos humanos)
Tegucigalpa.- Fue en la década del terror de los años 80´s, ese periodo de tiempo del que hizo copiatextual el calígula Hernández Alvarado. Con la única diferencia que hoy, los secuestros y asesinatos son masivos, a cualquier hora de los días y las noches. Para los asesinos no hay horario en que dejen descansar, por unos días, a la muerte.
No preciso la fecha, pero fue al inicio del año 1979, cuando en una reunión – de las tantas que tuvimos- los compañeros: Tomas Nativí, Fidel Martínez, Félix Martínez y este que escribe, sumados unos y unas compañeras, más otros que aún viven, (justo mencionar al periodista David Romero) quienes dimos forma a lo que fue y aún sigue vigente, la plataforma de la Unión Revolucionaria del Pueblo (URP). Esto se concreta con la publicación del órgano divulgativo, cuestionativo y denunciativo URP, cuyo primer número del periódico salió el 1 de noviembre de 1980.
Previo a la publicación de nuestro periódico, se realizaron reuniones, aquí en Tegucigalpa y en la costa norte, en donde conocimos compañeros a quienes recuerdo aún por su seudónimo. En esas reuniones, que se convirtieron en escuelas móviles del debate, cuestionamientos de críticas, autocríticas y por ciertos momentos -más de alguna vez- se volvían discusiones acaloradas.
En una de esas reuniones, conocí un compañero de quién me llamó la atención por que hablaba despacio; y cuando lo hacía era para aportar concretamente algo que era objeto de discusión, se apoyaba en una muletilla lingüista propia de hombres del campo “ayúdeme compa a entender…” (esta u otra duda que pudiese tener). Una de tantas aportaciones fue que el periódico URP llevase el logo que concretara la alianza obrera campesina y así surgió el logo; un machete entrecruzados formando dos triángulos y encerrados por 17 estrellas… ¿código maya? no sé.
El compañero, de quien sólo recuerdo su seudónimo, se me hizo familiar su peculiar forma de hablar y sus silencios. Ahí en el momento oportuno y, a manera de pregunta decía “ayúdenme compas”. Y se le atencionaba.
Su imagen se grabó en mi memoria, era más bien alto como de 1.75 a 1.80 metros de estatura. Delgado, piel trigueña clara, quizá era quemado por el sol en los trabajos del campo. Usaba sombrero empalmado, era dueño de una sonrisa de niño, con su suave tono de voz, era firme al momento del mando, sin perder la ternura.
El terror y la cacería de que fuimos víctimas en el año 1981, sumados los secuestros y asesinatos, hizo que nos dispersáramos para auto protegernos, sin perder el sentido de la lucha y mantener la ideología y la consigna “sólo el accionar de las masas y conscientes que en las calles está el poder, aunque en ello se nos vaya la vida”.
Los años pasaron, cada miembro de aquellos que fundamos la URP, los que logramos sobrevivir al espanto, seguimos luchando en las manifestaciones, en las movilizaciones populares gritando a pecho abierto “¡En las calles está el poder! vamos compañeras y compañeros, en las calles está el poder”.
El pasado sábado 20, observado -por televisión- el desalojo de una toma en Sabá, en Colón, vi con horror a un compañero que, atacado a balazos, uno a la altura del pecho, voraz hecho del que tienen la responsabilidad absoluta la guardia pretoriana de este calígula llamado Juan Orlando Hernández; le dispararon con toda la intención de matarlo, previo reconocimiento de reconocerlo.
El compañero aun herido, caminó unos veinte metros, ensangretada su camisa, y el pantalón, se desplomó, pero antes suplicó con el mismo tono de mando, sin perder la ternura “ayúdeme compa” y cayó al suelo sin intentar quitase su inseparable sombrero.
Ahí reconocí su rostro y supe su nombre verdadero, Anselmo Villareal, el mismo que conocí allá en los años del terror. El mismo que impera hoy.
Compañero Anselmo Villareal alias … Código maya:
Ayúdeme compa a seguir luchando, aunque en ello nos vaya la vida.
Ayúdeme compa.