Tegucigalpa.- El 24 de abril de 2020 ya caía la tarde en la comunidad de El Paraíso, Omoa, departamento de Cortes, el cansancio de una larga jornada de trabajo no detuvo a los hermanos Marvin, Héctor y Ronald Alvarado Santiago, para cumplir con su deber solidario de proteger a su pueblo de la pandemia que afectaba a Honduras y al mundo entero, ya que pertenecían al comité de vigilancia y fumigación municipal.
La vida de la familia Alvarado Santiago cambió totalmente esa tarde cuando el mundo atravesaba por la pandemia del coronavirus o covid-19, el régimen de Juan Orlando Hernández sin tomar medidas para solventar las necesidades de la población, decretó la suspensión de garantías constitucionales a nivel nacional, según el #PCM 021-2020, para evitar más contagios.
Las comunidades también tomaron las medidas necesarias para protegerse del mortal virus, entre las acciones está la colocación de retenes de vigilancia y fumigación para los pobladores y así evitar que el contagio se propagara, pero este confinamiento por parte del régimen, causó una brutalidad policial desmedida de la que los hermanos Alvarado fueron víctimas.
Cabe señalar que esa tarde, en una reunión el comité de vigilancia y fumigación municipal, abordaría el tema de las agresiones que los elementos policiales cometían en contra del pueblo que salía a buscar el sustento para su familia, pero al llegar al lugar dos elementos de la Policía Militar del Orden Público, que pertenecían a destacamento Maya Chortí, en Omoa, los detuvieron y le dijeron a Marvin Alvarado que no podía pasar.
El joven les dijo que pertenecía al comité de vigilancia y fumigación municipal y que iba a participar en una reunión, por lo que les mostró el carnet, pero los uniformados lo que hicieron fue dispararle al joven de 33 años, quien cayó al piso junto con su motocicleta.
“Cuando yo llegué a la tranca con mi hermano, solo estaban los dos militares, y cuando llegamos le digo a mi hermano y esos “chepos” (refiriéndose los dos elementos militares) porque viene a la carrera, será que viene a abrir, pero no, venían los dos a la carrera para no dejarnos pasar, y luego le pegaron el tiro en la pierna, vi que levantó el fusil uno y le disparó y mi hermano cayó junto con su motocicleta”, señaló Héctor Alvarado hermano de Marvin.
“Mi reacción para defender a mi hermano fue agarrar mi moto y me le tire encima al que le pegó el disparo, y caímos abajo a la cuneta y allí estuve con el revolcándome allí, y en eso que yo le tenía ya al “Chepo”, el otro fue donde terminó (lo asesino) a mi hermano en el suelo, lo agarró y le pegó como siete tiros en el pecho y le deshizo una pierna a disparos cuando él ya estaba en el suelo”, agregó.
Héctor señaló que el mismo oficial que asesinó a su hermano le disparó en la cabeza a él y que esa bala le rozó una parte de la cabeza, le reventó la oreja dejándole una herida grave, ocasionándole muchas secuelas, que dos años después todavía lo acompañan.
Otro de los hermanos que fue brutalmente golpeado fue Ronal Arturo Alvarado, quien, según lo expresado por Héctor, el vio tirado a sus hermanos, él les quitó el fusil para que ya no siguieran disparando, y los policías les respondieron “son hombres muertos”.
Al darse cuenta de lo que estaba pasando en el retén con sus tres hermanos, Jaime Alvarado dejó sus labores y acudió a su auxilio, al llegar se encontró con sus hermanos gravemente heridos, quiso llevarlos a un centro asistencial pero no le fue permitido.
“Yo andaba vendiendo en mi negocio cuando me avisan que habían matado a mi hermano, entonces fui a ver que pasaba y ellos estaban ya tirados, desangrándose en el piso de la carretera, yo me tiré del carro y le dije que iba llevar al hospital y no me dejaron, me dijeron de aquí no están sacando a nadie, porque esos cerdos aquí se van a morir; yo insistí, les dije, déjenme llamar la ambulancia, pero no, entonces un militar estaba con mi hermano Ronal y el otro me cayó por detrás y le dijo uno al otro, mata a éste que también es hermano, refiriéndose a mí”.
“Yo solo levante mis manos, me puse a pensar en mis hijos y le dije bajá el arma que yo no ando armado y no me vayas a matar a mí, pero injustamente también me culatearon (le dieron golpes con la parte trasera de su arma)”.
Según señalan los hermanos Alvarado, que lograron sobrevivir al ataque, si ellos no se hubieran refugiado en vehículos parqueados y pulperías de la zona, los militares también los hubieran asesinado, ya que dispararon a mansalva, quedando los agujeros de las balas en dichos lugares.
Cabe señalar que a pesar que ellos fueron las víctimas, el régimen los criminalizó cuando ellos estaban recuperándose todavía en el hospital, sacándolos por la fuerza cuando se encontraban convalecientes, detuvo Héctor y a Ronal, acusándolos de atentado contra los militares; el Ministerio Público faltando a su obligación de objetividad, no les considero víctimas, a pesar que tenían un cadáver y un hombre en convalecencia.
Los hermanos Alvarado Santiago, como una gran parte de la población, se dedican al negocio informal, sector que se vio más afectado con la suspensión de las garantías constitucionales.
El Ministerio Público, por medio de la Unidad Fiscal adscrita a FUSINA, interpuso cinco meses después, el 16 de septiembre de 2020, un requerimiento Fiscal en contra de Josué Noé Alvarado Girón, miembro del ejército, asignado a la Fuerza de Tarea Maya, y a dos años no hay indicios de justicia para los hermanos Alvarado.
Este ataque a los hermanos Alvarado dejó una fractura irreversible en la familia
Marvin Alvarado era padre de una niña y un niño, ambos menores de edad, y al ser asesinado le quitaron a estos dos pequeños el sustento de su hogar y la oportunidad de crecer al lado de una figura paterna, además de esto, la madre del joven entró en una profunda depresión al ver lo sucedido con su hijo.
Situación que se agravó, ya que el hermano menor, Danilo Alvarado, quien era más apegado a Marvin, al no soportar su partida tomó la decisión de quitarse la vida sobre su tumba.
En el caso de Héctor, su vida ya no volvió a ser igual, ya que, según expresó a defensoresenlinea.com, desde ese entonces y debido a la gravedad de las heridas, tiene bastantes problemas de salud, dolores de cabeza constantes y tiene hematomas, y eso le dificulta mucho poder trabajar como lo hacía antes.
Según señaló su familia, él necesita algunos exámenes médicos que le den un diagnóstico más preciso, pero a falta de dinero no ha podido realizárselos.
Acción Urgente
El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) al ver las graves violaciones de derechos humanos, emitió ana Acción Urgente dirigida a autoridades y a organismos internacionales de derechos humanos, en la cual se exigió al régimen de Juan Orlando Hernández, detener los asesinatos y los abusos cometidos por fuerzas policiales y militares en contra de la ciudadanía, en medio de la pandemia de coronavirus o covid-19 en Honduras.
El COFADEH “denunció que las fuerzas militares de Honduras, como son: La Policía Militar de Orden Público (PMOP), Policía Antimotines, TIGRES, Policía Preventiva, Dirección Policial de Investigaciones (DPI) y Policía Comunitaria, están actuando sin control contra la integridad física, la libertad y la vida de la población, en el marco de la emergencia provocada por el coronavirus”.
Dos años después de estos hechos, la familia Alvarado Santiago continúa la exigencia de justicia por todo el daño que los cuerpos represores del estado, comandados por el régimen del en ese entonces dictador Juan Orlando Hernández, causaron.