Es la primera vez en 40 años que los familiares de detenidos-desaparecidos en Honduras por razones políticas no estamos de modo presencial como todos los viernes de cada mes en la plaza La Merced de Tegucigalpa.
El riesgo de contagio con un virus letal como la impunidad, la corrupción y el olvido, nos impide extender nuestras mantas en la proximidad del poder legislativo, en el centro antiguo de la capital donde cohabitan una religión del pasado con una tradición de resistencia moral popular, sin tregua.
Nuestra ausencia física hoy en este sitio de memoria histórica no impide que este 1 de mayo recordemos aquí a nuestros seres queridos, la mayoría integrantes de liderazgos sindicales, estudiantiles, gremiales y de organizaciones de base, que fueron atacados por la APROH, el 3-16, el Partido Liberal-Nacional, la CIA y la Triple A.
Junto con la clase trabajadora del mundo recordamos hoy la deuda histórica del Estado de Honduras en términos de investigación criminal y justicia para más de 200 líderes desaparecidos víctimas además de asesinatos políticos en todo el país.
Estamos simbólicamente presentes en esta misma plaza para compartir nuestra solidaridad con las familias de las víctimas del Covid-19, quienes en su mayoría han tenido que sufrir sus duelos a distancia como nosotras las madres, esposas e hijas de las victimas del virus de la intolerancia y la brutalidad del Estado, que durante décadas desde 1979 tenemos que llorar a distancia de las tumbas desconocidas.
En esta ocasión hacemos nuestros los clamores de los emigrantes varados en fronteras terrestres de diferentes países, en centros de acogida bajo acecho, en cárceles o en instalaciones militares, donde sobreviven a humillaciones y riesgos sin precedentes por la conducta racista y fascista de gobiernos trastornados como el de Estados Unidos, Honduras y Guatemala, infestados de virus letales para la humanidad.
Desde lo más profundo de nuestros corazones de madres clamamos al rescoldo recóndito de humanidad que pudiera existir en la dictadura feroz que mantiene secuestrado el Estado de Honduras para que ponga en libertad a los prisioneros políticos aislados en distintas cárceles del país.
Los hombres y mujeres imputados por delitos de sedición, terrorismo y conexos por defender el agua, los bosques, la vida y la libertad del pueblo de Honduras no deben morir de injusticia e impunidad ni mucho menos a causa del Covid-19. Tienen que ser puestos en libertad de inmediato como lo demanda la propia Organización de las naciones Unidas.
El caos que ha comenzado a vivir la cárcel de Ilama, Santa Bárbara por contagios masivos, es el inicio de una situación que arrasaría todos los hacinados centros de privación de libertad de Honduras donde están recluidos injustamente los luchadores sociales de nuestra generación.
En esta fecha que coinciden nuestro plantón y la conmemoración del martirio de Chicago, le decimos a los Estados y a los sectores privados asesinos: Ni olvido ni perdón.
¡Más letal que el Covid-19 es el virus de la imprudencia capitalista voraz: ninguna persona trabajadora es costo en cuarentena, representamos la riqueza permanente de Honduras!
De los hechos y hechores, ni olvido ni perdón.
COFADEH
Tegucigalpa, M.D.C, 1 de mayo de 2020