ARMADOS PARA EL AMOR

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Estamos finalmente en la antesala de otra cita con la vía electoral, en un contexto aparentemente diferente en 2021. Doce años atrás, en noviembre 2009, esta misma cita fue en solitario para liberales y cachurecos, que aprovecharon la profunda herida del golpe para repartirse la carroña institucional con tajadas de león, sin participación de la población en resistencia.

En 2013, esta misma cita fue entre el nuevo partido surgido de las resistencias y los carteles del crimen organizado salidos de sus cuevas y pasadizos clandestinos, para ocupar frontalmente el cascarón del Estado que les dio legalidad a través de las urnas urbanas y rurales controladas por sistemas remotos, por medios de manipulación mediática, y por chafas.

En 2017, con el apoyo del uribismo que implantó el “modelo colombiano” a toda la estructura estatal hondureña, con la complicidad de la DEA, la CIA, el Comando Sur y el Chapo Guzmán, la alianza Libre-Salvador no pudo convertir el monumental fraude en rebelión. Aquella cita de noviembre de 2017 destazó la Constitución e impuso un continuismo violento, que expulsó un millón y medio de personas fuera de Honduras.

En 2021, con embajada pero sin embajador de Estados Unidos; con el Chapo en prisión, pero con su cartel funcionando todavía en la región; con algunos líderes de los carteles locales en proceso de sentencia en Nueva York, pero sin los cabecillas al alcance del juez Castel, este “modelo de crimen organizado” impuesto a Honduras está presente en las urnas. Se resiste a entregar el poder a quien corresponde.

El pueblo está moderadamente consciente de esta situación y por eso vive de diferentes maneras la tensión que algunos actores del golpismo insisten en meter al evento de mañana, desde campañas de odio contra los opositores hasta las estrategias de descontrol y administración del conflicto durante el domingo y en las horas sucesivas, sin faltar los voceros de la pacificación y los cultos de oración al Creador. En realidad, son los mismos que atizan el fuego los que luego le lanzan agua fría, para asustar a los incautos y alejarlos. Así funciona la estrategia del miedo para dejar la casa vacía y permitir a los leones venir a habitarla.

En estas circunstancias, un sector de la población herrada y venteada ya recibió el pago por su voto, está tranquila, nada lo detiene mañana a realizar ese acto de lealtad partidaria, digamos, mercenario. Con anticipación, cada elector en lista recibió un bono a través de los bancos, un pagaré alimentario a través de los supermercados, una refrigeradora, una estufa u otro artefacto a través de la línea blanca. Esos electores, más de medio millón, exigieron todo pago antes del evento, nada para después, como ocurría en las elecciones anteriores.

Otro sector no cachureco pero igualmente mercenario entregó en la víspera su tarjeta de identidad a los azules con chequera a cambio de mil o 2 mil pesos. Formalmente no votarán por la oposición, pero su huella digital puede servir a los escáners. Todo eso sumado es mucho dinero, pero la plaza está en feria, todo se vale en el mercado neoliberal salvaje y podríamos decir que ahora los terneros y los chanchos de La Granja de Orson Well también negocian con los responsables del chiquero. El rebaño está en rebelión por el pisto.

Sin embargo, este encarecimiento de los votos en la víspera de las elecciones es la misma dinámica que llevó a Estados Unidos en 2015 a reemplazar la estructura de los carteles mexicanos y hondureños, porque la cadena de tránsito de un kilo de cocaína desde Colombia a Nueva York había sobrepasado todo cálculo y dificultaba las ganancias. Los pagos a soplones, policías, militares, periodistas, abogados, alcaldes, diputados y presidentes, desbordaron las finanzas de los propios carteles. Cambiaron administradores, gerentes y ejecutivos por esa razón.

Volviendo al tema, otro sector de electores hondureños, el mayoritario, está decidido a ir a las urnas mañana a votar sin que le paguen nada, ni antes  ni después. Es la población consciente de la necesidad de una transición democrática para seguir viviendo en Honduras. La alianza Pinu, Salvador, el perro, Libre y las bases del viejo partido liberal golpista están en la primera línea del voto consciente para desmontar el modelo del crimen organizado.

En términos ingenuos podemos decir que la elección esta vez es observada a distancia más prudente, menos vulgar, de parte de Estados Unidos y la Unión Europea, que fueron duramente criticados en 2017 por su aval a unos resultados a todas luces adulterados. Podemos decir inocentemente que no están interviniendo de modo directo, excepto el banco centroamericano y el banco interamericano que aprobaron dinero a los ladrones antes de las urnas.

En términos realistas podemos decir que los peligros acechan, igualmente, porque la guerra psicológica está montada y existe una estructura con logística que permanece agazapada a la espera de un manual de contingencia para el día D.

Pero ya hemos dicho aquí, varias veces, y hoy lo repetimos, no jueguen con fuego porque se pueden quemar. El pueblo tiene sus límites y, tomando las palabras del enviado especial de la Casa Blanca, el señor Brian A. Nichols, el pueblo de Honduras ha sido bien paciente la verdad. Es decir, esos llamados a la paz vienen solo de quienes hacen las guerras, de quienes las incitan y de quienes las aprovechan. Eso ya lo sabemos.

Pero este domingo, las decisiones tomadas por la Convergencia contra el continuismo y las organizaciones de defensa de derechos humanos en general, es salir a votar en las primeras horas del día y durante las horas siguientes vigilar con celo ciudadano el respeto a todo el proceso. Con paciencia, con tolerancia, con determinación, que nadie se duerma en sus laureles.

No tendría ningún sentido ejercer el derecho y abandonar su defensa. En 2013 y en 2017 ese error de la oposición fue criticado con razón, porque al pueblo corresponden las cuatro fases de un derecho: conocerlo, ejercerlo, defenderlo y promoverlo. Es así como funciona. Esta vez entendemos, pero podríamos equivocarnos, que en todos los sectores de resistencia social y política domina la convicción de votar y defender el voto.

Sin más pretensión que la libertad, la integridad humana y la vida, esta noche Voces contra el Olvido invita a votar sin olvidar, a botar lo que nos daña y a resistir como bien lo sabe hacer el pueblo de Morazán.

En toda circunstancia somos hondureñas y hondureños decididos a vivir aquí, de modo que nuestra sonrisa pícara va a permanecer con nosotros, la vocación de fiesta y de celebración catracha no puede jamás anularla un grupo aferrado a sus privilegios. El baile y el canto del alma están aquí. El país entero está movilizado con las armas del amor. El odio de los carteles y de las bandas armadas no podrá nunca contra la alegría.

Como repetía siempre nuestro inmortal Rogel González, mártir del Consulado de Estados Unidos en 1988: “podrán quitarnos todo, pero nunca la alegría”.

Un abrazo, guardando la mascarilla bien puesta, y una sonrisa gigante de paz y de combate por la vida para este domingo. Nos vemos mañana temprano y nos encontramos después en el lugar que corresponda. ¡Feliz noche!

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 27 de noviembre de 2021