El dolor común, provocado por una causa común y un motivo también común, hizo posible que 12 mujeres angustiadas, que no sabía que eran valientes, pero que, fortalecidas recíprocamente decidieron juntarse el 30 de noviembre de hace cuarenta años para dar vida, al que, con el paso de los años, habría de convertirse en un verdadero baluarte en la lucha para proteger y promover los derechos en Honduras: El comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Honduras, COFADEH.
Eran tiempos difíciles y peligrosos los Ochentas. Juntarse era sinónimo de subversión para el gobierno títere de Suazo Córdova y sinónimo de peligro para quienes se atrevían a hacerlo. El ejemplo más concreto de ese peligro era, la razón misma que las llevaba a juntarse y seguro que daba miedo. Pero el dolor y la desesperación las llevó a unir sus miedos para agarrar valor y vencer el miedo individual.
Perdieron sus miedos, pero; no perdieron su sentido común y se reunían de manera clandestina y aprendieron a cuidarse y a hacer que su familia más cercana también se cuidara. Se reunían de manera clandestina, generalmente en la sede de la Democracia Cristiana (DC), de aquella DC que no tenía nada qué ver con lo que es hoy. Aquella DC dirigida por verdaderos estadistas honestos, honrados y comprometidos socialmente, como don Orlando Iriarte, Alfredo Landaverde, Adán Palacios y Efraín Diaz Arrivillaga.
Sí, eran tiempos difíciles y peligrosos. Tiempos de la Doctrina de Seguridad Nacional y de ocupación militar extranjera, con Marines por doquier y que disponían, además de sus bases militares, del Centro Regional de Entrenamiento Militar (CREM), en la costa del Caribe hondureño, para trasladarles sus sabias experiencias en el arte del exterminio de civiles, a sus ávidos alumnos de los batallones de asesinos de la región: los Kaibiles de Guatemala, los Atlacatl de El Salvador, el 3-16 de Honduras y el ejército de mercenarios de la Contra Nicaragüense. Y para completar el contexto en el que nace el COFADEH, las fuerzas más oscurantistas del país se juntaron para crear la Asociación para el Progreso de Honduras (APROH), asesorada por el peor embajador llegado a Honduras, John Dimitri Negroponte y de la mano del general asesino jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras.
Seguramente no fueron nada fáciles esos inicios para aquellas valientes doce mujeres que sabían lo que querían, pero no sabían cómo lograrlo. Seguramente aquellas primeras, eran reuniones de sollozos profundos e interminables, en las que era impensado encontrar consuelo porque todas tenían los mismos motivos para llorar. Pero, no estaban allí para llorar, eso lo podían hacer sin salir de su casa, a solas, a cualquier hora del día y de la noche. Entonces, se imponía la rabia que da la impotencia y la injusticia y continuaban su andar iniciado. Con tibias esperanzas, con descorazonadores reveses de empíricas detectives al seguir pistas falsas que les parecían seguras, con desalentadores portazos en el templo de encantadores de serpientes, al decir del poeta, no obstante, nunca se rindieron. Y se presentaron ante el pueblo en sus reconocidos plantones de cada primer viernes de mes, allí, en las fauces de la bestia, a cincuenta metros escasos de la antigua Casa Presidencial y a unos pasos del hemiciclo legislativo, donde se reunían para joder al pueblo, los serviles diputados que, como los de hoy, le hacían genuflexiones a la Oligarquía.
Visibilizarse fue importantísimo. El solo plantón en sí, era una forma de denuncia, en un contexto en el que muy pocos se atrevían a mencionar el tema en público. De los medios de comunicación, nada que esperar. Timoratos unos y los demás, alabarderos de los gobiernos de turno y de la oligarquía. Los mismos de hoy, a los que se les han sumado otros surgidos con fuerza en los últimos tiempos adyacentes a la narcoactividad y que auparon el golpe de Estado y luego al narco-gobierno; pero, que ahora son quisquillosos críticos del actual régimen, porque ya no reciben las coimas acostumbradas. La reiteración de los Plantones del COFADEH, pregonaban la incapacidad o la falta de voluntad del gobierno para dar la respuesta demandada, al tiempo que lo incomodaban y hacían temblar de terror a los responsables directos de las desapariciones (algunos asesinados para que no hablaran, como el sargento José Isaías Villatoro, asesinado el 05/01/88, estando citado para testificar 13 días después, ante la Corte IDH en el juicio de Ángel Manfredo Velásquez). Hasta la fecha los Plantones del
COFADEH neciamente se siguen realizando, hecho que habla por sí solo.
Como en toda vida, en la del COFADEH seguramente ha habido altos y bajos. No es fácil mantener los ánimos y la constancia de todas, cuando los resultados que se esperan no se dan. Era difícil animarse entre desanimadas. Era difícil inyectar esperanzas cuando las propias se desvanecen o acaban. Tampoco era fácil entender a quien se ausentaba porque se convencieron que su lucha no les llevaba al fin perseguido. Se requiere de un fuerte liderazgo, lindando el autoritarismo, para mantener en pie y avanzando exitosa a una organización como ésta. El COFADEH ha tenido ese liderazgo en su co-fundadora, doña BERTA OLIVA DE NATIVÍ, pues no solo ha demostrado su firme convicción de la validez y necesidad de la lucha emprendida y su ejemplar tenacidad para continuar la búsqueda de la verdad y la justicia, así como la sabia gestión administrativa para sortear con sagacidad cuantos obstáculos pusieron en riesgo la existencia del Comité, sino que, también ha tenido la capacidad de convencimiento a su equipo técnico y a las familias fundadoras y las que se sumaron con el tiempo al Comité, de que si su lema o “grito de guerra” VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS, no era posible ya, porque su pariente desaparecido ya estaba muerto, era y es fundamental honrar su memoria continuando la búsqueda de la verdad y de la justicia. Éste, que no era el propósito fundamental de aquellas doce mujeres hace 40 años, es el eje primordial de la lucha del COFADEH y que arruga las inútiles entrañas de los asesinos responsables de las desapariciones forzadas de entonces y de hoy.
Pero, sería injusto, además de falta de objetividad, no reconocer la capacidad, el compromiso y la valentía del Personal Técnico y Administrativo del COFADEH, cuyos integrantes casi en el anonimato y casi invisibilizados, han hecho posible con su encomiable labor, que el COFADEH tenga el liderazgo, el reconocimiento y el prestigio cimentado en roca a nivel nacional e internacional.
ACI PARTICIPA le rinde honores y le brinda sus merecidos aplausos al COFADEH en su cuadragésimo aniversario, haciendo suyo su grito:
¡NI PERDÓN, NI OLVIDO!
Tegucigalpa, MDC, 30 de noviembre de 2022