Allanamiento de Radio Globo revive el golpe de Estado del 2009

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Fotos y Texto: Sandra Rodríguez


Tegucigalpa, Honduras. – Se interrumpió la programación habitual de Radio Globo, cuando fuertes golpes en la puerta de entrada a la cabina de transmisión, anunciaban la captura judicial contra el periodista David Romero Ellner, este jueves 28 de marzo.

Al instante era de conocimiento público la presencia de elementos de la Dirección Policial de Investigación (DPI), Policía Militar y la Tropa de Inteligencia y Grupo de Respuesta Especial de Seguridad (Tigres), que allanaron el segundo nivel del edificio Villatoro, donde está Radio Globo, en el bulevar Morazán de Tegucigalpa.

Puerta principal abierta a la fuerza por el contingente TRIGRES
Puerta principal abierta a la fuerza por el contingente TIGRES

Con una hachas destruyeron llavines, puertas y equipo de comunicación, mientras un juez ejecutor y un policía entraban a la cabina radial sin importar que los periodistas Gustavo Blanco y David Romero mantenían una transmisión en directo, sobre la entrega de documentos para que la Misión de Apoyo Contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (MACCIH), las tome en consideración.

“En estos momentos han roto los portones, en estos momentos directamente vienen a capturarnos los antimotines…”, expresó David Romero Ellner. “Yo estoy con vos… aquí quédate David” le dijo su colega Gustavo mientras lo abrazaba. Un señor  vestido de traje le dijo “yo soy el juez ejecutor, yo sólo cumplo una orden, esta es la orden de allanamiento… le pido que por favor proceda…”, seguidamente otro vestido de policía TIGRE, levantando las manos le expresó “no traigo armas, venimos hacer esto con todo respeto, con todo el orden posible, me desarmo y quiero que se ponga a orden de la autoridad y sigamos el curso normal…”.

Romero, según narración del canal HCH, salió “abrazado” por el jefe del escuadrón TIGRES, subcomisionado de policía, Javier Díaz. Iba rodeado de un sinnúmero de antimotines que apuntaban con sus armas al personal que labora en la radio.

IMG_20190328_130316Mientras afuera se aglutinaba la gente para repudiar la captura del periodista, sobre quien pesa una pena confirmada por la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), correspondiente a diez años de prisión, por delitos de calumnia.

Al menos un centenar de policías quitaban las vallas metálicas que, desde el lunes cerraban el paso vehicular frente a la radio, para luego lanzar gases lacrimógenos contra los y las manifestantes que se movilizaron al lugar. Y esto hizo que los ánimos aumentarán, repudiando las acciones del sistema judicial hondureño.

Otro grupo de pobladores junto a periodistas lograron subir a la oficina de la radio, allí Gustavo Blanco explicaba como había sucedido la captura, incluso que el juez le dijo a David “somos amigos”.

Este momento de allanamiento trajo los recuerdos del golpe de Estado del 2009, cuando fuerzas de seguridad pública irrumpieron en la radio, que era una emisora abanderada de la oposición.

Alejandro Villatoro, observando el silencio la manifestación en la calle.
Alejandro Villatoro, observando esn silencio la manifestación en la calle.

El dueño del edificio y Radio Globo, Alejandro Villatoro, miraba en silencio los daños físicos ocasionados y la protesta social, pero también lamentó lo sucedido con Romero. Mientras otro de los colaboradores con pesar, asombro, terror y molestia expresaron que les había recordado lo del golpe de Estado.

En ese edificio funciona una dependencia del estatal Registro Nacional de las Personas (RNP), sus empleados también fueron atrincherados por el escuadrón TIGRES, y afirmaron que este mediodía les hizo revivir las violaciones ejecutadas en el 2009.

Horas después, se conoció que el  periodista David Romero Ellner, fue trasladado al II Batallón de Infantería, en Támara, a 22 kilómetros de Tegucigalpa, dónde podría purgar la pena de 10 años por delitos contra el honor.

La radio no paró la transmisión, pero la cabina quedó vacía. La emisora por sí misma fue noticia, al ser violentada por hombres armados, aunque uno de ellos dijo no tener armas.