Tegucigalpa.- 42 años han pasado del secuestro y desaparición de cuatro jóvenes estudiantes de secundaria que regresaban al país procedente de Panamá y Nicaragua por la frontera del Guasaule, ubicada en la zona sur de Honduras.
Los jóvenes Francisco Samuel Pérez Borjas (21), Julio César Méndez (21), Enrique López Hernández (23) y María Ediltrudis Montes, se transportaban en un autobús de la empresa TICA BUS, cuando fueron bajados por miembros de la seguridad del estado de Honduras.
Los cuatro jóvenes eran destacados líderes estudiantiles en sus respectivos colegios, quienes luchaban por una mejor educación y por un mejor país para los hondureños.
Era un 24 de enero del año 1982 cuando los cuatro estudiantes regresaba a su país; eran esperados por sus familiares, pero, por culpa del estado hondureño, cuatro madres no volvieron a saber de su ser querido.
En ese entonces, las autoridades de Honduras negaron todo conocimiento del paradero de los cuatro jóvenes.
La hermana de Ediltrudis, Cristina Montes Girón, obtuvo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Nicaragua un documento que certificaba que Ediltrudis Montes había abandonado ese país el 24 de enero de 1982 por la frontera de El Guasaule.
Más aún, los registros de las autoridades de inmigración de Honduras también mostraban que la joven Ediltrudis Montes entró al país por ese punto fronterizo.
Además Cristina afirmó en aquel entonces que había visto en la lista de pasajeros de TICA BUS el nombre de su hermana y los de los otros tres «desaparecidos».
Testigos presenciales, que se negaron a declarar oficialmente, afirmaron que los agentes armados se identificaron como miembros de la Dirección de Investigación Nacional y que trataron a los cuatro detenidos con excesiva fuerza.
“Las heridas que hay en nuestros corazones aún cada día reviven más, no es cuestión de que se puede olvidar, sino que cada día están las heridas más abiertas”, manifestó desde Europa a defensoresenlinea.com Cristina Montes, quien ahora tiene 84 años de edad.
Indicó que “la esperanza de que algún día haya justicia es permanente”, porque “esa exigencia siempre está en nuestra mente y en nuestros corazones dolidos”.
Cristina también es del criterio que “el estado de Honduras aún tiene esa deuda con todos nosotros los familiares de los detenidos desaparecidos, aunque a estas alturas es muy difícil decir, como decíamos, vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
Asimismo recordó que la desaparición de su hermana fue muy duro para su familia, donde su padre no pudo soportar esa pérdida, “no volvió a levantar cabeza hasta que se marchó”.
“Mi madre fue más fuerte, duró 97 años, le sobrevivió más de 30 años a mi padre”, agregó.
Para Nohemí Pérez, hermana de Samuel, después de 42 años del desaparecimiento de su hermano, no ha sido fácil como familia seguir esperando, seguir manteniendo esa lucha permanente de que pasó con ellos y que respuesta tiene que darles el estado respecto a lo ocurrido.
“Como familia, como hermana, cada día hay esperanza, no podemos negarlo, hay mucha esperanza, pero también estamos exigiendo verdad y justicia, y la no repetición de estos hechos”, señaló a defensoresenliena.com.
Añadió que “no puedo decir que Samuel está muerto, porque mientras no tengamos un cuerpo y no lo enterremos, no podemos hablar de muertos, no podemos hablar de difuntos”.
Para Nohemí “el legado que nos dejó Samuel, como familia debemos continuar, no solo yo como hermana de Samuel, sino todos aquellos familiares que están esperando esa verdad, esa justicia”.
Manifestó que su madre, Fidelina Borjas, murió en el 2009 debido a la pena moral de no saber de su hijo, y que además “no tenemos odio contra nadie, lo que sí exigimos es verdad y justicia”.
Añadió que Cofadeh, a 42 años de existencia, se ha mantenido firme en apoyo a los familiares, “porque nosotras como familia sin Cofadeh no sé qué hubiéramos hecho, si no nos hubiéramos mantenido hasta la fecha, porque ha sido una lucha permanente, inclaudicable”.
Lenin López, hijo de Enrique López Hernández, manifestó que ha sido duro como hijo, como hermanos, como madre, como esposa, lo ha sido y lo sigue haciendo.
Indicó que “aún desconocemos su paradero, aún desconocemos cuál fue su destino, y por ello peleamos y luchamos todos los días, por ellos mantenemos en nuestra memoria a mi padre y a todos los desaparecidos y asesinados en la década del terror a manos del estado de Honduras”.
Señaló además que “esperanzas si tenemos, siempre la tenemos, sobre todo con el trabajo y el apoyo de instituciones como el Cofadeh, una institución que se ha dedicado a exigir justicia en cada espacio que le ha tocado y que ha tenido que ocupar”.
Agregó que “vamos a seguir adelante, vamos a seguir de la mano como instituciones como Cofadeh, con familiares de otras víctimas de desaparición forzada en Honduras”.
Asimismo dijo que “no ha sido fácil, es complicado, ha sido difícil como hijo y estoy seguro que es difícil como madre, como padre, como hermanos, como esposa y esposo de desaparecidos levantarse todos los días y seguirse preguntando después de muchísimos años por el paradero de sus familiares. Nosotros lo hacemos, pero nuestra memoria sigue intacta con él”.
Finalmente señaló que en el contexto actual se puede llamar favorable pero no deja de ser difícil; son historias que pueden minar los cimientos de muchas instituciones que se dedicaron a la tortura, al secuestro, al asesinato de jóvenes hondureños y hondureñas.