A 33 años de la desaparición del padre Guadalupe las demandas de verdad y justicia permanecen invariables

0
2706

El Progreso. Yoro.

Por Marvin Palacios
Centenares de personas acompañaron el sábado 17 de septiembre una movilización por las principales calles de esta ciudad para demandar a 33 años de la desaparición forzada, la verdad de los hechos en torno al sacerdote jesuita James Francis Carney, quien por amor a los campesinos y campesinas de Honduras cambió su nombre a “Guadalupe”.

A la movilización convocada por las obras sociales de la Compañía de Jesús (Radio Progreso y el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación ERIC) acudieron representantes de organizaciones campesinas, migrantes, religiosas, profesionales, estudiantiles, comunitarias, defensoras de derechos humanos, ambientalistas y artísticas.

Durante el evento resaltó la presencia del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), cuyas integrantes portaron las mantas con los rostros de los desaparecidos y desaparecidas de la década de los años ochenta.

Uno de los rostros plasmados en esas mantas es precisamente la del padre Guadalupe, desaparecido junto a una columna guerrillera el 17 de septiembre de 1983, por tropas estadounidenses y hondureñas acantonadas en el sector conocido como El Aguacate, departamento de Olancho.

berta olivaLa Coordinadora General del COFADEH, Bertha Oliva dijo que este día nos convoca el 33 aniversario de la desaparición forzada del padre Guadalupe Carney, quien fue desaparecido junto a 90 hombres, de los cuales de ninguno sabemos el paradero.

“Eso es lo que estamos haciendo acá, recordándole a las autoridades hondureñas que tienen una deuda pendiente con el pueblo, con la sociedad y con el mundo, porque el tema de la desaparición forzada no se va a agotar  porque el tiempo transcurra, mientras no nos den una respuesta; mientras no asuman la responsabilidad, mientras estén negando el derecho universal que tenemos, que es el derecho a la verdad, pues vamos a seguir haciendo actos de reclamación pública”, sostuvo Oliva.

“El ocultamiento de la verdad consiste en saber el número exacto de cuántos fueron los desaparecidos en nuestro país, de saber dónde están los restos de los desaparecidos, pero también la deuda que mantiene el estado es ocultar a los perpetradores de estos crímenes que se constituyen en actos de lesa humanidad, y que el estado de Honduras sabe que éstos hechos son imprescriptibles, que la ciudadanía puede reclamarlos en cualquier tiempo”, explicó la defensora de los derechos humanos.

Francisco Gómez de la Empresa Asociativa Campesina La Democracia, en el municipio de El Negrito, departamento de Yoro, conoció al padre Guadalupe en la década de los años ochenta.

El padre Guadalupe Carney estaba ubicado en El Progreso, pero su radio de acción era la zona norte del país, en aquel entonces yo ya estaba organizado y él llegaba a darnos capacitaciones, conferencias, reuniones y discusiones por la reforma agraria, comentó Gómez.

“El padre Guadalupe era carismático, era persistente, abnegado y con una energía que quizás yo no pueda calificarla en materia de trabajo ni acreditarla a ningún activista, a ningún promotor agrario ni a ningún campesino; nadie podía superar la capacidad que tenía el padre Guadalupe para hacer promoción a favor de los campesinos”, comentó el entrevistado.

El padre Guadalupe quería una iglesia liberadora

33 anos padre lupe1Él no se apartó nunca de la iglesia, pero sí quería una iglesia liberadora, no una iglesia conservadora, él buscaba procesos transformadores para que los campesinos pudieran superar su pobreza y sus desdichas, detalló Gómez.

La fuerte cercanía con los campesinos y campesinas, impulsó al padre Guadalupe a renunciar a la ciudadanía estadounidense y adoptar la hondureña, pero en noviembre de 1979 miembros del ejército nacional lo capturaron  y posteriormente lo expulsaron del país. En aquella época Honduras estaba gobernada por regímenes militares.

El sacerdote jesuita prosiguió su trabajo pastoral en Nicaragua donde escribió sus memorias y además se relacionó con un grupo de hondureños dirigidos por el doctor José María Reyes Mata, para luego conformar una columna guerrillera que ingresaría a Honduras para iniciar una insurrección popular.

La columna guerrillera conformada por unas 90 personas, fue interceptada en las montañas de Olancho por efectivos militares de Honduras y Estados Unidos en plena ejecución de la Doctrina de Seguridad Nacional (que implicaba un plan macabro para eliminar los cuadros de dirigentes del movimiento social hondureño que demandaba cambios estructurales en el país).

Trascendió que la mayoría de los guerrilleros fueron capturados, torturados, asesinados y desaparecidos. La embajada de Estados Unidos en Honduras y el departamento de Estado, sistemáticamente han negado la información que podría ayudar a dar con el paradero de los restos del sacerdote jesuita y los otros miembros de la columna guerrillera.

Guadalupe Carney nació en 1924 en Chicago, Estados Unidos. Su nombre original es James Francis Carney, participó activamente en la Segunda Guerra Mundial como miembro del ejército estadounidense. En 1948 ingresó a la Compañía de Jesús y aún siendo seminarista conoció la misión de los jesuitas en Honduras. Tras su ordenación en 1961, sus superiores lo destinan al trabajo en la parroquias de Minas de Oro, Sulaco y posteriormente en El Progreso, Yoro, Honduras, país al que amó entrañablemente.