Por Giorgio Trucchi | Rebelión
Cada día unas 300 personas huyen de Honduras rumbo a Estados Unidos. Prefieren emprender un viaje lleno de peligros y de resultado incierto antes que quedarse a vivir en un país donde imperan pobreza, inseguridad y falta de oportunidades.
Para protegerse recíprocamente, un grupo de ciudadanos y ciudadanas, familias enteras con niños y niñas, ancianos y hasta personas lisiadas, decidieron emprender juntos el viaje. El sábado 13 de octubre se dieron cita en la norteña ciudad de San Pedro Sula. En pocas horas la cantidad de personas se había duplicado.
A medida que pasaban las horas, a la ‘caravana’ se le fue sumando gente y más gente, hasta convertirse en un verdadero éxodo. En este momento son más de 5 mil los hondureños y hondureñas que han llegado a la capital guatemalteca y que se movilizan hacia la frontera con México. El pueblo guatemalteco se ha volcado en medio de la emergencia y ha mostrado su enorme solidaridad y ternura.
Otra gran cantidad de personas viene atrás de ellos, otras más cruzan la frontera con El Salvador para luego converger y tratar de entrar, todos juntos, a suelo mexicano. Mientras tanto en Honduras hay otros miles que se están desplazando desde varios puntos del territorio nacional, buscando las fronteras con Guatemala que ya el gobierno de Honduras ha militarizado.
Sí, porque esa cantidad de gente desesperada, víctima de un modelo político y económico fracasado, corrupto y malinchista, asusta a las autoridades.
El presidente Donald Trump truena contra los países centroamericanos “que no saben controlar a su pueblo”, y los amenaza -como siempre- con quitar la ayuda económica si no detienen de inmediato esta ‘horda bárbara’. De no lograrlo cerrará la frontera sur y desplegará a las fuerzas armadas. Violencia obtusa.
Nadie detiene la avalancha de un pueblo
Pero ¿cómo frenar una avalancha humana si no tiene nada que perder porque ya la han despojado de todo?
“¿Qué pretende Estados Unidos si ha venido avalando la entronización de un gobierno espurio, que ha militarizado la seguridad pública, profundizado la pobreza y criminalizado la protesta social?” se pregunta Bertha Oliva, coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh).
“Lo que más le ha molestado al gobierno ilegal de Honduras es que salga a la luz pública el fracaso de sus políticas y el nivel de pobreza, precariedad, inseguridad y violencia en que sigue hundido el país. Honduras continúa viviendo en una emergencia nacional, y esto es el motivo que obliga a miles de personas a arriesgarlo todo y a huir de su tierra”, dijo Oliva.
“Da tristeza -continuó la defensora de derechos humanos- ver cómo la gente abandona sus hogares y emprende un viaje que tiene mil incógnitas. Ni las amenazas de Trump de recortar ayuda van a detener el éxodo. Lo más absurdo es que esa misma ayuda le sirve al régimen para abastecer y fortalecer el aparato militar y policial represivo, uno de los principales factores desencadenantes de esta crisis humanitaria”.
Hipocresía gubernamental
La coordinadora de Cofadeh señaló también la hipocresía del establishment hondureño que, a través de comunicados y declaraciones, acusa a la ‘oposición política’ de estar manipulando a las personas que huyen del país.
“A este régimen le sobra hipocresía. Con su campaña mediática pretende ocultar que tiene al pueblo hundido en la miseria y sometido al terror institucional. No le interesa el futuro de esa gente, ni están pensando llevar a cabo acciones encandiladas a cambiar la situación.
Lo que persigue es profundizar el modelo despótico neoliberal, que empobrece al pueblo y protege los intereses de una pequeña élite corrupta, ilegal y fraudulenta ”, manifestó Oliva.
“Si el régimen no deja de mentir y de manipular, de usar todo su poder político, económico y militar para vender en pedazos al país, convirtiendo a comunidades y pueblos en esclavos de sus enclaves, la situación podría volverse incontrolable.
Necesitamos que se vayan y que se instale una constituyente, tal y como lo pide ese pueblo que a diario sufre el flagelo de la expulsión o el sometimiento”, concluyó Oliva.