Costa Rica debe asilar a Urbina

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Para Eduardo Urbina la espera en San José es incierta. Hace casi un mes pidió asilo a Costa Rica para ponerse a salvo de la persecución política en Honduras, pero aún no tiene una respuesta favorable. La presión es muy fuerte.

El gobierno de Luis Guillermo Solís está frente a varias realidades alrededor del estudiante universitario de Historia, que huyó antes de ser cazado como muchos por el aparato represivo de la dictadura de Hernández.

Para empezar, Costa Rica tiene en sus manos a un hijo cariñoso con su abuela-madre, que inculcó en él los valores universales de la justicia, el amor a los demás y la honestidad consigo mismo.

Tiene, también, a un estudiante responsable del nivel superior, un activista social de larga trayectoria, un agente de cambio político formado en la izquierda democrática y un defensor de derechos humanos en el ámbito juvenil.

Para la dictadura, sin embargo, este joven es un sedicioso vandálico de comportamiento terrorista, responsable de quemar un camión militar en Comayagüela durante las manifestaciones de rechazo al fraude electoral. Y por eso abrió un expediente penal en su contra, y le exige a San José su expulsión.

Para el Cofadeh sería inaceptable que Costa Rica entregara a este joven a las garras de un régimen ilegal e ilegítimo, que fabrica evidencias contra sus opositores y vulnera sus derechos individuales.

Para evitarlo, la organización defensora de derechos humanos — con experiencia en centenares de casos como este — ha proporcionado información fiable a las autoridades locales y a las costarricenses igualmente.

El Comité ha insistido en proporcionar la prueba que Urbina salió de Honduras cinco días antes del hecho que las Fuerzas Armadas le imputan.

Así mismo, el Cofadeh ha documentado los hechos de persecución previa contra el estudiante Eduardo Urbina por su activismo estudiantil. Ha pedido al Ministerio Público en Tegucigalpa que cierre, por tanto, su expediente. Y ha demandado, en consecuencia, que Costa Rica tenga clemencia, y otorgue el asilo.

En todo este tiempo de espera activa han ocurrido gestos maravillosos de solidaridad humana en San José. Los estudiantes universitarios han visitado a su compañero y las organizaciones defensoras de derechos humanos han acompañado a la víctima.

Por su parte, los centros internacionales de litigio estratégico siguen de cerca su caso, y las agencias de la ONU responsables de atender el desplazamiento forzado a causa de las violencias permanecen alrededor de Urbina.

Pero la dictadura corrupta de Honduras necesita exhibir la falsa legalidad de sus actuaciones y el imperio de la ley, que es la fuerza bruta de su aparato militar, paramilitar y policial.

Hernández necesita víctimas sobre la parrilla mediática para ofrecer entretenimiento a su prensa carroñera y su gente está dispuesta a todo, incluso a mentir y matar para demostrar sumisión a dios… el dios de la muerte.

Para rechazar este discurso internacional de la dictadura y agradecer la solidaridad de la comunidad costarricens, la coordinadora del Cofadeh – Bertha Oliva – asistirá esta próxima semana a actividades públicas en San José.

Antes de partir, Oliva ha comparado el caso de Urbina con la situación que vive el catalán Carles Puigdemont, perseguido en Europa por el franquismo monárquico que se resiste a respetar su derecho a la disidencia en Cataluña. Y que lo buscan para humillarlo. Y que menosprecian la evidencia de un pueblo que lo quiere de regreso, sin restricciones.

También ella ha pensado en Lula, juzgado a prisión en Brasil por una lista de jueces sometidos a la inducción mediática transnacional que quiere convertir a su país en el México actual; es decir, en una guarida del crimen organizado pro estadounidense que facilite como en Honduras la ocupación militar del Pentágono.

Oliva ha subrayado mientras preparaba su maleta a San José que la seguridad de Urbina está en manos del viejo y del nuevo gobierno de los costarricenses, que han sorprendido al mundo con una nueva lección de laicidad en las pasadas elecciones generales.

Ella pedirá por tanto a la sociedad tica que exija a su gobierno el respeto a su larga tradición de país seguro, democrático y respetuoso de los derechos humanos.

La coordinadora del Cofadeh es consciente que en este mismo momento el mundo está en transición hacia un nuevo orden internacional que no es claro todavía, pero que no puede estar por encima del interés general de la humanidad.

Su viaje a Costa Rica a visitar a Urbina coincide, lamentablemente, con esta poderosa imagen de Honduras huyendo de su territorio a través de Centroamérica, México y ambos océanos, por miedo a la dictadura criminal que mata, tortura y desaparece liderazgos para imponerse en el territorio.

Ella dice claramente que “a este escenario no debe regresar Eduardo Urbina. Él debe ser asilado por Costa Rica, de lo contrario este país compartirá la responsabilidad de un juicio ilegal y una privación de libertad de alto riesgo”.

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 7 de abril 2018