Un pueblo movilizado

Honduras vive una de las peores crisis de su historia reciente, producto de un fraude electoral colosal del cual la Alianza de Oposición asegura ha sido víctima. Una crisis que, lejos de resolverse, se profundiza cada día más, dejando una estela de muertos, heridos y detenidos.

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Por Giorgio Trucchi | Rel-UITA

El próximo 27 de enero, el actual presidente Juan Orlando Hernández tomará posesión de su segundo mandato. Según la máxima autoridad electoral, el mandatario habría ganado con el 1,5 por ciento (menos de 50 mil votos) arriba de Salvador Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición.

De acuerdo con la principal fuerza de oposición, lo que se llevó a cabo el 26 de noviembre fue un colosal fraude electoral, con el cual el presidente Hernández pretende perpetuarse en el poder, desatendiendo la voluntad del pueblo hondureño.

La denuncia nacional e internacional del burdo fraude ha sido acompañada por una constante movilización social que ha sido reprimida sin piedad por los cuerpos de seguridad del Estado, en particular por la Policía Militar del Orden Público (PMOP) y los militares.

El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh) señala en su segundo informe(1) que ya son 30 las personas asesinadas en menos de dos meses, más de 200 los heridos y más de 1.000 las personas detenidas.

Este sábado, en Sabá, Colón, Telmo Villareal, de 72 años, cayó abatido en el marco de la semana de Paro Nacional #OperacionFueraJOH, que precede la toma de posesión presidencial.

Ese mismo día, Edwin Espinal, reconocido activista de la Resistencia, fue apresado por miembros encapuchados de la PMOP, acusado de múltiples delitos y encarcelado en una de los centros penales de máxima seguridad en espera de juicio.
Paro Nacional y represión
Perdiendo el miedo

Los primeros dos días de Paro Nacional fueron de violencia de Estado, con el empleo desmedido de la fuerza por parte de los militares, hecho que fue condenado por el Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas y las organizaciones nacionales de derechos humanos.

Los comunicadores y periodistas que, a diario, tratan de romper el cerco mediático que rodea la crisis post electoral en Honduras, también han sido víctimas de campañas de desprestigio, acoso y persecución en las redes sociales.

Durante la represión en Villanueva, salida a Oriente de Tegucigalpa, Dassaev Aguilar, corresponsal de HispanTV fue alcanzado por una bomba lacrimógena disparada directamente al cuerpo, sufriendo un desgarro muscular en su pierna.

Pese a la violencia, la gente no ha dejado de salir a protestar, exigiendo que se reconozca la amplia victoria de Salvador Nasralla y la Alianza de Oposición, quienes insisten en que se lleve a cabo una auditoría forense internacional al sistema informático del Tribunal Supremo Electoral (TSE).

En caso de no lograrlo, la Alianza pide abrir una mesa de diálogo con mediadores internacionales, que podría desembocar en la realización de nuevas elecciones supervisadas internacionalmente.

Una solución propuesta también por el secretario general de la OEA, Luis Almagro, tras la publicación del segundo informe de la Misión de Observación Electoral (MOE-OEA)2 de dicha instancia multilateral, que consideró de “baja calidad electoral” el entero proceso.

En esta misma dirección, los observadores, después de señalar una larga lista de irregularidades, incongruencias y contradicciones, aseguraron que no es posible afirmar “que las dudas sobre el mismo estén hoy esclarecidas”.

El pueblo está en las calles, resistiendo en todo el país, desafiando a un “presidente” sumamente débil, con un futuro manchado por el fraude y con escaso reconocimiento internacional, salvo el gobierno de los Estados Unidos, que ve en Juan Orlando Hernández a un inescrupuloso defensor de sus intereses.

¿El pueblo y las fuerzas progresistas serán capaces de aprovechar esta coyuntura?