La CIDH exhorta no a la discriminación y garantizar los derechos de las mujeres afrodescendientes

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Mujeres afrodescendientes de Honduras

Washington, D.C.

En el marco del Decenio Internacional para los Afrodescendientes y de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, el pasado 25 de julio, la CIDH destacó el impacto singular y específico que tiene la discriminación en las mujeres afrodescendientes.

Tras reconocer la estrecha relación entre discriminación racial, pobreza y derechos humanos de las mujeres afrodescendientes, el ente de la Organización de Estados Americanos (OEA) señaló que la situación de pobreza que afecta de manera particular a las mujeres afrodescendientes en la región impacta de forma directa sus derechos a la no discriminación, al acceso a la educación, a la salud y a la justicia.

Las mujeres afrodescendientes tienen también dificultad para obtener un empleo formal y decente, así como para ascender a puestos labores de toma de decisión, puntualizó en un comunicado.

De igual manera, observó que las mujeres afrodescendientes siguen enfrentando profundos desafíos en el ejercicio de sus derechos civiles y políticos, y en comparación con el resto de las mujeres se encuentran notoriamente sub-representadas en instancias de decisión como en los senados y parlamentos de la región.

“Estos problemas afectan a las mujeres afrodescendientes de forma acentuada en distintos países del hemisferio y exigen una atención diferenciada y medidas especiales para su superación”, subrayó.

Sostuvo que a través de su monitoreo sistemático ha recibido informaciones de la sociedad civil acerca de los efectos agravados sobre las mujeres afrodescendientes de problemas como la violencia doméstica, sexual, obstétrica, y obstáculos en el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva.

La imposibilidad de acceso a mecanismos de denuncia y reparación, ya sean administrativos o judiciales, son factores contribuyentes a la persistencia del racismo en la región, agregó.

“En América las mujeres afrodescendientes sufren una doble discriminación: por el hecho de ser mujeres y por su origen racial y étnico. A pesar de que varios países han avanzado en la implementación de programas para combatir la discriminación racial, las mujeres siguen enfrentando grandes barreras para gozar plenamente de sus derechos fundamentales”, afirmó la comisionada Margarette May Macaulay, relatora sobre los Derechos de las Mujeres y relatora sobre los Derechos de las Personas Afrodescendientes y contra la Discriminación Racial.

En varias oportunidades la CIDH ha advertido sobre la ausencia o falta de incorporación de la variable “afrodescendencia” en los censos u otros mecanismos de relevamiento de la población en varios países de la región, lo que contribuye a invisiblizar sus demandas y necesidades, destacó.

“Es de especial importancia que los Estados tengan en cuenta todos los factores de discriminación, incluida la lucha contra el racismo, en el diseño de normas, programas nacionales, medidas de reparación, y campañas de sensibilización relativas a los derechos de las mujeres”, señaló Macaulay.

De acuerdo con la CIDH, la discriminación constituye una forma de violencia contra las mujeres y una manifestación de patrones estereotipados que refuerzan las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres.

De igual manera, apuntó, el racismo acentúa las desigualdades sociales y estructurales entre distintas personas con base en su etnia, raza y posición social.

Y según lo previsto en el Artículo 6 de la Convención de Belém do Pará, las mujeres tienen el derecho a vivir una vida libre de violencia, incluido el derecho a ser libres de toda forma de discriminación y racismo. Además, los Estados miembros de la OEA tienen la obligación de actuar con debida diligencia para prevenir, sancionar y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, incluyendo el racismo estructural y social prevalente en la región, resaltó la CIDH.

En ese sentido, hizo un llamado a todos los Estados de la región para que adopten sin dilación las medidas necesarias para ratificar e implementar la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia, y la Convención Interamericana contra Toda Forma de Discriminación e Intolerancia, como ilustración de su compromiso de combatir la discriminación y toda forma de intolerancia en el hemisferio.