REFLEXIONES POST ELECTORALES

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La semana anterior, en la víspera de las elecciones primarias e internas del domingo 9, deseábamos que éstas fueran limpias, seguras, transparentes y participativas, porque descritas así parecen un deber y un derecho de toda Honduras.

Pero, lastimosamente, estas elecciones todavía son manejadas directamente por los partidos liberal, nacional y Libre desde el Consejo Electoral hasta los centros de votación.

El control total por estos partidos en contienda convierte esta fase electoral en excluyente del resto de la población que no se identifica con las propuestas particulares de las corrientes internas concursantes.

Si esta primera fase de elección de candidaturas fuera secreta y permitiera el voto cruzado y no las planchas inducidas, tendríamos posiblemente mejores ofertas para las elecciones generales.

De todos modos, mientras la presión continúa para hacer reformas electorales que incluyan las voces de 6 millones de electores, el país ya tiene las candidaturas presidenciales escogidas. Faltan las planillas de diputaciones y municipales definitivas.

Asfura y Nasrallá encabezan el bipartidismo en un duelo que ya introdujo matices culturales, raciales y sexuales, adelantando un debate que podría volverse xenofóbico, transfóbico y racista, entre beduinos e indios.

Asfura y Salum, descendientes de migrantes de origen árabe, versus Moncada originaria de Guaimaca, hija del maíz, con un estratega electoral calificado por Salvador como “indito de Lepaguare”, son de momento los extremos de ese debate.

Pero en noviembre no serán dos apellidos que estarán en duelo, sino dos fuerzas que representan dos modelos. Moncada, el socialismo democrático, Asfura y Nasrala el bipartidismo de derecha rumbo al fascismo ya evidenciado durante el golpismo, que privatizó lo público, asesinó opositores y violó la Constitución.

A esta hora del sábado 15 de marzo han transcurrido seis días después del cierre de las urnas la madrugada del lunes anterior y, en general, los tres partidos que abrieron sus carpas a su militancia alcanzaron casi 2 millones 500 mil electores, el 45 por ciento del censo nacional. Y parecen estar de acuerdo con la muestra.

En su mayoría, los ganadores han aceptado los resultados y los perdedores han comenzado a llevar sus reclamos parciales al Consejo y al Tribunal Electoral.

Hay inconformidades en los tres partidos concursantes, especialmente en el partido liberal por su autoridad interna, en el partido nacional por la municipalidad de San Pedro Sula, igual que Libre en esa misma ciudad, y sobre todo por la plancha del M28 en la planilla de diputados que está dejando fuera de la representación a las demás fuerzas políticas que vienen de la resistencia social.

Los resultados son todavía parciales, surgen de un volumen de información que no sobrepasa el 60 por ciento del universo electoral; algunos números van a cambiar, pero la tendencia es implacable. No hay espacio para todos.

En ese contexto, las dos fuerzas perfiladas hacia la competencia general tienen delante de sí enormes desafíos para afrontar en los próximos días.

El bipartidismo y su patrocinador extranjero expectante en la avenida La Paz tendrá que decidir el momento de hacer una coalición, un bloque, una Alianza o un Frente Unido Democrático, un FUD como en los viejos tiempos, o se lanza por separado frente a una fuerza política con experiencia electoral y de calle desde 2012.

Libre, sin embargo, encara una especie de rebelión nacional de insatisfacción que denuncia prácticas prohibidas del movimiento 28 de junio coordinado por Hortensia Zelaya y su tío Carlos, a quienes responsabilizan de barrer del partido las fuerzas de izquierda.

La corriente FRP, Fuerza de Refundación Popular, que reúne liderazgos sociales y populares territoriales, está siendo desplazada de la representación municipal y legislativa en los departamentos clave para la victoria o la derrota electoral: Cortés, Yoro, Colón, Olancho y Francisco Morazán.

A la candidata Moncada, quien anunció el diálogo interno para después de la declaratoria oficial el 8 de abril próximo, le quedan dos desafíos adicionales.

Primero, la revisión de sus ganancias y pérdidas políticas a nivel nacional y cómo balancearlas, especialmente en el Congreso Nacional donde este partido ya sufrió reiteradamente la dolorosa traición de gente mal habida.

El segundo desafío es su salida de la secretaría de defensa en mayo, sin cargar con la campaña rabiosa hacia las fuerzas armadas por no doblegarse a la oligarquía mediática que las culpan de un relajo del transporte en Teguz durante la mañana del domingo 9.

Veremos de qué cobre están hechos los liderazgos nacionales para asegurar la ruta hacia la profundización de un proyecto de sociedad y Estado con justicia y democracia, o un reculón hacia el modelo libertariano que impone el mercado a fuerza de balas, matando jubilados y expulsando juventudes.

O beduinos o indios, a esos dos proyectos les toca buscar la militancia del partido más grande de Honduras, el que reúne el 55 por ciento de los sin partido – independientes, simpatizantes, o indiferentes o proponentes de otra alternativa –, ellos esperan afuera, en la pista o en las gradas, la madre de las batallas.

Buenas noches