El encontronazo electoral entre el supremacista blanco republicano y la sonriente afroamericana demócrata se define el próximo martes en Estados Unidos.
La campaña termina en el basurero de la historia. El cierre de Donald Trump fue contra la población negra y latina de la isla boricua, Puerto Rico. La llamaron isla de basura flotante en el mar Caribe.
De su lado, el enclenque saliente presidente demócrata en la víspera del día de brujas devolvió el guante. Los basura son los seguidores de Trump.
El 38 por ciento de los electores latinos siguen la candidatura del supremacismo blanco, según los últimos sondeos. Estamos hablando de un universo de 36 millones de migrantes hispanos, latinos, que por supuesto no son basura.
En 9 estados, esta población que habla spanglish representa más del 15% de los votantes, empezando por Nuevo México, California, Texas, Arizona, Nevada, Florida, Colorado, Nueva Jersey y Nueva York.
Los estrategas de ambos partidos se dieron cuenta, tarde, que esta vez las diásporas de América Latina y el Caribe serán decisivas a la hora de romper el empate, y acudieron a la música, al género, la gastronomía y el baile para atraer las comunidades nómadas del continente en los 50 estados.
Muy a nuestro pesar, este intento de usar las comunidades que llegaron sufriendo al territorio estadounidense, que se desprendieron de sus tierras por la agresión de embargos, de narcos consentidos por la DEA y por ocupaciones militares, eso es un juego aún más doloroso.
Es un juego sucio, una instrumentalización de la mano de obra barata, haciéndola competir entre sí y contra sí misma, para el sostenimiento del circo político electoral de los patronos.
Los supremacistas llaman come ratas a los migrantes del Caribe, pandilleros criminales a los mesoamericanos de México y Centroamérica, y a todos los demás latinos los culpan de envenenar la sangre del nacionalismo gringo, países de mierda.
Del otro extremo, la respuesta: ustedes son basura, racistas, fascistas, globalistas, millonarios sin alma, negacionistas del desastre ecológico mundial, etc.
Como en la antigua Roma, el decadente imperio inexpugnable, tumbado por suevos, vándalos, visigodos, ostrogodos, francos, bárbaros, sajones, etcétera, hoy el imperio de las barras y las estrellas se enfrenta a su propio declive. La bestia comiéndose a sí misma.
En esta batalla de identidades, los envenenados representantes republicanos Salazar y Jiménez, de origen cubano, utilizaron a un grupo de influencers de extrema derecha de Honduras para alimentar su campaña de reelección.
Salvador Nasrralla, Pedro Barquero, Rachid Mejía, Kilbert Beltrán y Antonieta Mejía, entre otros, alimentaron la narrativa anti socialista dirigida hacia la presidenta Xiomara Castro y enseguida pidieron el voto para sus patrocinadores y para el candidato blanco.
En la tensión que produce esta campaña en Estados Unidos se siente la imposibilidad del diálogo y el debate. Las posiciones son cerradas, como les gusta a los publicistas. El objetivo de este pulso es dejar por atrás el campo libre a los verdaderos ganadores.
Detrás de esa tensión ganan los vendedores de armas a Israel y a la OTAN, los controladores de la Inteligencia Artificial para imponer el relato del futuro, y los dueños del valle de los gigantes electrónicos que construyen la guerra de las galaxias.
Por eso nos causa escozor ver los tipos de cobertura de las elecciones gringas en los medios de Honduras, como si se tratara de un gran espejo de una gran democracia planetaria.
Es sólo un show que, lamentablemente, nos toca directo porque después del 5 de noviembre la injerencia del “estado profundo” de Washington será más fuerte contra nuestro propio proceso electoral y nuestro propio ejercicio de soberanía popular.
No será el Plan Venezuela, sino el Plan Casa Blanca que ya padecimos en 2013 y 2017 con embajadoras que no eran diplomáticas, sino militares del Pentágono al servicio de una causa hegemónica que no se corresponde con los intereses de este pueblo.
Como lo dijo ayer el COFADEH en su plantón del primer viernes de noviembre 2024, las primeras corrientes que presentaron planillas al Consejo Nacional Electoral han exhibido las mismas momias de la Caja de Pandora y de la Red, que son leales a la narrativa basura con que termina la campaña gringa.
Hay movimientos postulando candidaturas de personas descendientes de la dictadura criminal del 2009, criminales perseguidos por la justicia nacional y la justicia federal de Estados Unidos, dijo el Comité.
Hay candidaturas con lazos directos a los presidios, apostadores de oficio en los casinos de las 10 familias y militantes libertarios que llevan en sus fauces la palabra ñángara, misma palabra con la cual cierra la campaña electoral supremacista de republicanos y demócratas.
Pero ningún jolgorio electoral de traidores de Honduras nos hará desviar nuestra exigencia de la captura de los autores intelectuales del crimen de Bertha Cáceres y Juan López. Así terminó el Cofadeh su plantón, aludiendo a los poderes transnacionales que mataron a esos líderes.
En ese espíritu de denuncia, la organización humanitaria reconoció las acciones del gobierno para devolver al pueblo la montaña “Carlos Escaleras”, para extinguir definitivamente la responsabilidad penal imputada a sus defensores comunitarios y de librar requerimientos penales contra Lenir Pérez y demás secuaces de la empresa Pinares.
También reconoció la puesta en escena de fuerzas combinadas en el Aguán para detener a los criminales armados y advertir a los militares del IPM inversionistas de EMCO Holding que los negocios no son teatros de guerra.
Pero se despidió, el Comité, con la esperanza que un pueblo consciente se haga responsable de su propio destino político, de su identidad de gente trabajadora, rebelde por la libertad y la justicia, nunca más un pueblo sumiso a las 10 familias y tampoco a ninguna embajada de corporaciones extranjeras.
Buenas noches