EL “DIÁLOGO ESTRATÉGICO” QUE PROPONE ESTADOS UNIDOS

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Hace casi un año en Tegucigalpa, la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris abordó a la recién juramentada presidenta de Honduras Xiomara Castro, para proponerle los términos de un diálogo estratégico entre ambos países que comenzaría con apartar a JOH.

En aquellos días, Estados Unidos debía afrontar varias realidades incómodas para su establishment. La primera, aceptar precisamente que la dictadura del cartel de los Hernández sostenida por la DEA y la teniente Fulton llegaba a su fin. No podían convivir refundación y narcotráfico en el mismo espacio. La captura del canalla jefe de la manada el 14 de febrero confirmó en parte el compromiso de Harris.

Enseguida, Washington debió aceptar el fracaso del golpe de Estado y del golpismo como experimentos de shock y estabilización, porque entre 2009 y 2021 más de un millón de hondureños y hondureñas atravesaron irregularmente la frontera sur de Estados Unidos, huyendo de la violencia extendida y de la incertidumbre sembrada a fuerza de corrupción y miseria.

Con esta migración masiva en caravanas de hasta 30 mil personas cada una y con las olas intermitentes de niños y niñas no acompañadas que desbordaron las bases militares estadounidenses, fracasaba visiblemente la inútil Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica y tocaba los hilos sensibles de la campaña electoral gringa.

La vicepresidenta Harris tuvo que moverse rápido a lanzar en aquellos días un reemplazo que llamó Acción para el norte de Centroamérica con casi 3 mil 500 millones de dólares de financiamiento para “crear un ecosistema de oportunidades y de esperanza”, a fin de retener en sus territorios a la población de Honduras, El Salvador y Guatemala.

Al mismo tiempo, Estados Unidos tuvo que rogar a México sus servicios para convertirse en represa de migrantes de todo el mundo y ofrecer en lo posible alimentación, alojamiento y trabajo a quienes desearan desistir de atravesar el muro supremacista de la frontera.

El establishment gringo debía aceptar, además, que su política exterior interventora lo único que estaba provocando era aligerar el paso de Honduras hacia una sólida sociedad con China, entre otros competidores hegemónicos. Hasta este momento, Honduras es el único país de la región que no tiene negocios directos con el gigante asiático del sol naciente.

Dicho en buenos términos y en tono sincero, los estrategas de Estados Unidos han hecho una lectura correcta de lo que no deben seguir haciendo con el pueblo de Honduras y lo que sí pueden hacer para evitar una corrida de su zona de influencia.

La cita de alto nivel estratégico esta semana en Casa Presidencial reunió con Xiomara a la subsecretaria de Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos de Estados Unidos, Uzra Zeya. También participaron con ella Laura Richardson, la generala que dirige el Comando Sur y la subadministradora de la USAID para América Latina y el Caribe, Marcela Escobari. Además, estuvieron presentes representantes de la Oficina de asuntos del hemisferio occidental; la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos; la Oficina de Población, Refugiados y Migración; el Coordinador para la Anticorrupción Global; la Oficina del Secretario de Defensa; y el Consejo de Seguridad Nacional.

Una lectura a primera vista del nivel de ese encuentro nos permite nombrar, entre otros hechos, los siguientes. Empecemos por democracia y derechos humanos, materias de la señora Zeya. Su país es culpable del golpe de Estado de 2009 y de los fraudes de 2013 y 2017, que provocaron la ruptura de la Constitución y la destrucción de la confianza ciudadana en las instituciones de derecho. En este punto falta una promesa del Comando Sur de nunca más apoyar un golpe de Estado. Además, condenar el modelo narco implantado que ha dejado a Honduras más de 100 mil víctimas directas y desmontarlo con medidas claras, no solamente con la extradición de los capos, porque el balance general es peor que el de una guerra. Ese no es un modelo de desarrollo ni de seguridad estratégica para nadie. Ese es un modelo de muerte. De destrucción. Wrigth?

En concreto, entonces, en la declaración firmada el 10 de enero de 2023, el gobierno de Estados Unidos se compromete en este terreno a trabajar contra la violencia que sufren las mujeres y sus descendientes y a fortalecer el mecanismo de protección a Periodistas, Comunicadores Sociales y Operadores de Justicia. Eso es muy importante, pero ahí falta un programa de memoria histórica, de medidas de no repetición, y de restablecimiento de los derechos de las víctimas del golpe de Estado, mínimamente.

Retomemos ahora los temas de la USAID presente en la reunión. Intuimos que la señora Escobari está clara que la destrucción de la agricultura campesina remplazada por grandes extensiones de monocultivos agresivos y genéticamente modificados es culpable de la emigración del campo hondureño hacia los Estados Unidos. No hay tierra para producir, no hay mercado que pague lo que las mujeres y hombres agricultores invierten, y no hay manera de compensar los altos costos de los fertilizantes y de la sequía. Entonces la gente se va.

En concreto, entonces, ¿qué propuso la USAID esta semana? De momento, está ocupada con la reconstrucción de escuelas, colegios y acueductos rurales. Para eso tiene 33 millones de dólares. Y en esta reunión del 10 de enero se comprometió con $10 millones adicionales para aumentar la productividad agrícola con la producción local de fertilizantes. Vamos a ver cómo marcha eso para los desafíos gigantes del agro hondureño… Interesante.

En relación a la anticorrupción, que es el tema del señor Richard Nephew presente en la reunión junto al ministro local de transparencia, Edmundo Orellana, no es mucho lo que podemos destacar. En concreto, en el diálogo estratégico, ese señor tuvo palabras de apoyo a la CICIH y anunció la entrega de más de $1 millón de dólares recuperados en Estados Unidos a los ladrones del Seguro Social que habían blanqueado ese pisto. Pero obviamente Honduras espera mucho más que eso. Espera la devolución de todos los activos de los malditos corruptos, narcos y narcas que han blanqueado dinero sobre la sangre de nuestros seres queridos. Y esperamos, sobre todo, un sistema de justicia con magistrados y fiscales que representen los intereses de la población y no de unos cuantos canallas con poder político y económico.

Después de cinco días recorriendo Honduras, el gobierno de Estados Unidos concluyó afirmando en la declaración del diálogo estratégico del 10 de enero, lo siguiente:

“En un entendimiento compartido de la compleja situación de la seguridad que hereda Honduras, ambos gobiernos se comprometen a fortalecer y ampliar la colaboración para promover una mayor seguridad civil, particularmente apoyando los esfuerzos del gobierno de Honduras para combatir la impunidad y el crimen organizado”. Punto.

Bueno, en términos generales, ese fue el contenido público del encuentro en Casa Presidencial entre las personalidades de Washington y nuestra presidenta Xiomara Castro.

Nos hemos ocupado esta noche de su declaración final, porque el lenguaje utilizado esta vez es diferente al de la teniente Fulton y de la señora Dogu. Está escrito en tono de colaboración y no de intervención. Aunque es bien raquítica la propuesta concreta en comparación con los objetivos ocultos de enseñar el músculo a sus competidores hegemónicos, al menos la declaración no tiene el embuste supremacista que encachimba a Honduras en sus relaciones con la élite blanca estadounidense.

Sin embargo, libre de polvo y paja, en términos del daño provocado directamente a Honduras por los gobiernos de Obama, Clinton, Biden, Trump y sus halcones, este ejercicio de reconocimiento y de reparación al país es, podríamos decir, insignificante hasta el momento. Honestamente, valoramos el hecho que el Departamento de Estado hace pública su intención y la hace con respeto a la investidura presidencial de Xiomara, a los ojos de toda la población y no atrás a través de satélites. Pero sigue en deuda.

El camino es largo, y tendremos tiempo de ir evaluando si esta relación bilateral con diálogo estratégico es sincera, fructífera y conveniente, o si necesita de una competencia multilateral seria y diversa, como ya lo han hecho Costa Rica, Nicaragua y El Salvador.

¡Buenas noches!