QUERIDO PABLO

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Hace muchos años nos encontramos hermano, desde cuando ya éramos razonables, riendo entre los caminos llenos de abundancia de agua en aquellos inviernos, camino hacia la escuela con nuestros pies descalzos, felices de nuestra niñez.

Fuiste tomando la idea de ser solidario, sonriendo al mirar los montes y las montañas enigmáticas que nacieron en ti mi hermano, sin olvidar quien nos creó, tu pasión nació con la naturaleza que pronto llamamos nuestra madre tierra o nuestra segunda madre o casa común.

Hubo llanto en el proceso que viviste, pero tus lágrimas creían en hacerte fuerte, cada día más fuerte con la gracia del espíritu santo y las energías de los mártires, que habían luchado por una justicia justa equitativa.

La luz que emana tu alma, opaca la intención del que de un pueblo se quiere aprovechar, la luz de tu espíritu opaca su maldad.

Mi hermano Pablo Isabel Hernández R compartes la gloria de nuestro Jesús de Nazarret; pensaste que el trabajo no era el interés de poder si no de construir  un reino sediento de justicia. Te has unido al coro de mártires santos y santas y junto a ellos acompañaras los procesos de nuestro pueblo, nos acompañaras con tu espíritu valiente.

Desde el cielo miraras brotar esa semilla de justicia que siempre soñaste, con tu sangre derramada nacerán brotes de justicias y tu espíritu se alegrara y esa alegría llegara a un pueblo que siempre te quiso y te quiere siempre.

Eliminaron tu cuerpo, pero no tus ideales. Un día dijiste que ser sobornado era un pecado que se cargaba ante la mirada de un pueblo que recibía migajas siendo engañado, pensaste con toda seguridad que muchos niños necesitaban un oxigeno limpio y luchaste por ello, en nombre de Dios pensabas que la tierra no era para negocio al mejor pastor, tu sangre derramada en esta tierra dará el fruto anhelado en tu vida.

Hasta el cielo mis hermanos te decimos eses nuestro santo y mártir y estarás siempre con nosotros te extrañaremos físicamente, pero en espíritu estarás con un pueblo con un proceso de comunidades eclesiales de base que recordaran tus ideas.

Me despido con tu lema de siempre: Un pueblo unido jamás será vencido.

Pablo Isabel Hernández Rivera hasta la victoria siempre.

De tu hermano Alejandro Hernández Rivera