A dos meses en prisión, campesinos afirman su lucha por la tierra

0
2425

Tegucigalpa

Por Sandra Rodríguez
Hoy se cumple dos meses de estar en la profunda oscuridad de una celda o tratando de buscar la sombra en una caliente  pared, que delimita el espacio de la libertad que les fue cortada a dos defensores de la tierra en la Península de Zacate Grande, Abel Pérez y Santos Hernández.

Se llega a la granja Penal de Nacaome, ubicada a 103 kilómetros al sur de Tegucigalpa y con una temperatura de unos 40 grados centígrados, los guardias de la prisión ya saben que las defensoras de derechos humanos del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos  en Honduras, COFADEH, van a visitar a “los de Amapala”.

Amapala, a la orilla del mar pacífico, en el departamento de Valle, donde se ubica la comunidad de Playa Blanca y Puerto Sierra, ahí se originó el conflicto de tierras, por el que las autoridades judiciales acusan a Abel, Santos (prisión) y Tomás García (en libertad condicional), por usurpación, daños y amenazas desde junio del 2015, en perjuicio de Jorge Luís Cassis Leiva, supuesto dueño de casi toda la comunidad, según los isleños, en su mayoría miembros de la Asociación por el Desarrollo de la Península de Zacate Grande, ADEPZA.

mujer santosAparece Abel, seguido de Santos, quien ha estado mal de salud. “Estar presos es como estar casi muertos, es como estar dentro de una tumba que no puede salir, la única ventaja es que las personas cercanas a uno y a quienes les interesa nos vienes a visitar, y en una tumba solo van a ver dónde quedó y nada más”, expresó Abel, quien no pierde la sonrisa.

Los defensores de la tierra, están en la cárcel desde el 19 de mayo pasado, porque no tenían dinero para estar yendo a firmar a los juzgados de la Isla del Tigre, entonces por “incumplimiento de medidas” la jueza  Iris Amanda Hernández, les dictó prisión preventiva.

“Hemos dejado a la familia, los amigos, todos los conocidos, ellos se han quedado afuera, pero nosotros estamos convencidos que nuestra lucha es justa”, afirman los hombres.

En cuanto a estos 60 días en prisión aseguran que “aquí se vive la vida de las personas más pobres de Honduras y el mundo, la comida es pésima, no cambia el menú solo la rutina, frijoles con arroz y arroz con frijoles los tres tiempos, solamente para sobrevivir le dan comida a uno”.

También expresan que “estar en la cárcel le cambia la visión a uno, pero no la misión, porque esa siempre es la misma, ya son dos meses de estar viviendo esta vida junto a más de 400 privados de libertad en el centro penal de Nacaome”.

El hacinamiento en los centros penales de Honduras es generalizado, la capacidad para esa cárcel es de 120 reclusos, cantidad triplicada y más, hay hombres y mujeres, es de las cárceles más tranquilas, aseguran los guardias. Cada persona tiene su propia historia y el porqué está allí, muchos olvidados por sus parientes y marginados por la crisis económica-social provocada por la corrupción e impunidad en Honduras.

Al entrar a la cárcel, aparecen jóvenes ofreciendo pulseras o billeteras de papel reciclado  a 20 lempiras (us$5), bolsos de crochet a 120 lempiras (us$ 60), adornos reciclables, hamacas y  atarrallas. Algunas personas corren de un lado a otro halando cabuyas para hacer ovillos, y otros están pendientes de la cocina.

Los defensores que son presos políticos, comentan que viven como todos, no tienen ninguna diferencia con los demás, duermen en la misma celda, comen juntos y se han insertado en las labores remuneradas de los demás.

terrenoAbel comenta que han aprendido hacer nuevas manualidades y cosas que ya hacían desde antes, “por ejemplo yo elaboro pulseras con mostacilla, collares con caracoles y conchas de mar, esta es la única manera de generar ingresos en la prisión, además pasamos el tiempo ocupados”.

Santos está fabricando atarrayas para pescar, es una red con hilos tejidos y amarrados a una relinga superior o de flotadores y a una relinga inferior de plomos, instrumento que él mismo utiliza para el sostenimiento de su familia en Playa Blanca.

Abel Antonio Pérez, es miembro de la Red de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos del Sur, REDEHSUR, que forma y acompaña el COFADEH, y afirma que estar en prisión le ha permitido agarrar más fuerza para seguir en la lucha por la defensa de la tierra y con más experiencia.

“A mis compañeros de la REDEHSUR y la ADEPZA les digo que no se desanimen, que no le teman a la prisión, porque desde aquí se puede continuar con la lucha, solo temerle a la muerte porque así si no podríamos hacer nada”.

Hasta este fin de semana, Abel recibió la visita de sus hijos que tienen 7 y 5 años, por lo que eso lo llenó de emoción. Y afirmó que la lucha es por los niños, por su bien, para que ellos tengan un ambiente libre para pasar sus días de infancia, “así como yo lo tuve por 31 años y  nunca nos habían molestado, viví tranquilo en mi casa con mi mamá y mi papa” aseguró el defensor de 33 años de edad.

Cabe mencionar que el 99 por ciento de las familias de Zacate Grande no cuentan con un título de propiedad, por lo que están expuestos a que un día lleguen y los desalojen y peor aún los acusen de usurpación y los metan presos como a nosotros, manifestó Santos Hernández.

En la cárcel les dan ánimo, sus compañeros y policías les comentan que no hay nadie preso por usurpación de suelo, por lo que esperan irse luego y volver a casa con sus familias.

Familias esperan justicia

mama abelEn la comunidad de Playa Blanca, atravesando unos 300 metros por un camino entre hierva y piedras, sale al encuentro doña María Pio Alvarado (68), quien tiene a su cuidado a los hijos de Abel, su voz muy baja afirma que “ a mi hijo me lo han llevado detenido por el motivo que la comunidad ha hecho un plantel, la gente no está de acuerdo porque se privatice la tierra, y lo usaron como parqueo, el beneficio es para la comunidad y quienes tienen negocios en la playa”, pero lamenta que haya personas en contra de esta lucha.

El tiempo sin mi hijo es difícil, nos ha hecho mucha falta porque él es quien se encarga de todo en la casa y ayuda al papá, Faustino Pérez (74), nosotros nos hemos hecho cargo de los dos niños, Dustin y Esther, quienes han vivido únicamente con su papá.

La abuela, los nietos y un perro que tienen de mascota, caminan rápidamente por la pradera, van a recibir una ayuda de vivieres y dos camas para los menores, además un alambre para cercar el gallinero.

“hemos tenido un apoyo principal de COFADEH, gracias a Dios que  toca los corazones, porque nosotros dependemos de lo que Abel hace, pero en la cárcel, todo se hace más difícil”, reiteró la señora.

A ellas se le hace complicado ir a verlo a la cárcel, pero allá hablan de muchas cosas, para hace amena la visita “no me gusta verlo preocupado, a casi dos meses me pidió que le llevara a los niños porque no había visto. No es merecido lo que está pasando. Espero justicia, porque no debe lo que está pasando”.

En un sector cercano a la playa, está doña María Concepción Hernández (50), esposa de Santos, con su pequeño Cristian camina hasta su casa, por un sendero lleno de piedras, al igual que su vivienda, y el muro que casi le cae encima.

Expresa que “ha sido un tiempo muy difícil el que Santos ha estado en la cárcel, pero no hemos pasado hambre gracias al apoyo que nos ha dado COFADEH, no nos desamparado2, a ella también se le llevó una provisión y dos camas, que ocuparan algo de espacio en una casa totalmente vacía.

A ella le preocupa que la salud de Santos se ha complicado, porque él tenía una cirugía pendiente, pero estando en la  cárcel ha sido llevado varias veces al hospital, se le han hecho exámenes y sale que su problema es en el abdomen y tiene el colon inflamado.

“Ándate chito” le dijo Santos al pequeño Cristian, cuando lo fue a ver a la prisión. Él no quería salir de la cárcel, y me preguntó ¿cuándo va a volver a casa mi papi? y un policía le dijo “apúrese niño”, por lo que Cristian contestó “ve y no es mi papa”. Es muy difícil -dice entre lágrimas la mujer- porque él no comprende lo que sucede.

La vida en la comunidad es muy difícil, continuó María, porque uno desconfía de los mismos vecinos, da miedo salir o decir para donde es qué voy, al referirse a personas afines a los terratenientes.

Su esposo está en prisión por trabajar en un una tierra que ha sido de la comunidad, ya que “aquí nadie tiene papeles, ni siquiera el supuesto dueño Jorge Luis Cassis tiene seguridad con sus papeles”.

Los vecinos manifiestan que en la comunidad que hasta hace poco, no había cercos ni muros, incluso la tierra en litigio, era libre, por lo que les pareció apto para limpiarlo y hacer un parqueo, por lo que la población se puso a limpiar el plantel para usarlo de estacionamiento,  promover el turismo y lo que contrae consigo para el desarrollo económico local, en el tiempo de vacaciones como la Semana Santa.

“La gente que trabaja para Cassis está haciendo la fuerza para sacarnos de aquí o dejarnos como cerdos encerrados, no tenemos por donde salir con la construcción de grandes muros, apenas nos quedan unos caminitos llenos de piedras y n no entran carros”, denunció la angustiada mujer, quien teme que el muro construido para delimitar la tierra de Cassis, se derrumbe y caiga sobre su casa.

“A dos meses de estar en prisión, espero que se haga justicia con Santos, ya que, aunque haya dos personas en la cárcel, aquí continúa la persecución” afirmó María Hernández.

Panorama gris a la orilla de la playa

En ese mismo caserío, vive don Santos Tomás Cruz (63), el tercer criminalizado pero el libertad condicional, quien afirmó que él andaba con los compañeros en la lucha por la defensa de la tierra y por eso fue procesado también, solo que Abel y Santo están en el presidio.

Don Tomás ha hecho mucho esfuerzo por cumplir con las medidas sustitutivas, además de firmar el libro en el Juzgado de Amapala, no debe acercarse a los predios en litigio, no acercarse a Jorge Cassis y no salir del país.

La situación es gris, no solo en Playa Blanca, sino en toda la península, más con la implementación de las ciudades modelos, (Zonas de Empleo y Desarrollo Económico -ZEDE-), que se supone la primera será construida en Amapala. De los ricos se están apoderando de todo lo que dicen que es de ellos, porque con el dinero ellos compran, el señor Cassis dice que todo esto es de él,  pero hay que gente que tiene 50 o 60 años de vivir aquí.

Aquí vivimos de la pesca y el cultivo de maíz, sandía, ajonjolí, es mucho lo que podemos variar porque la tierra no es muy apta para la agricultura.

Vivo con una pesadilla diaria, la incertidumbre no me deja tranquilo porque si a los que tienen el poder se les antoja, también me pueden mandar al presidio.

Yo tengo 40 años de vivir aquí, a Jorge Cassis lo conocí en el 82, cuando yo trabajaba con su papá don Moisés, cuidándole la casa que tenía en Las Gaviotas, y me contaba que lo tenía en Estados Unidos. Cassis se porta mal con algunos y bien con los que trabajan para él, porque asi es todo rico, cuando ya no necesitan se olvidan de la gente, concluyó Tomás.

En Honduras hay unos 5 mil campesinos criminalizados por el derecho a la tierra,  más de 12 en prisión, 130 asesinados y 300 mil familias campesinas sin tierra.

Para Pedro canales, director de ADEPZA, esta es una situación muy difícil porque ellos están enfrentando a poderosos terratenientes, y el caso de santos y Abel que están presos es una muestra de los que ejercen los ricos de este país en la esta comunidad.

El muro en que cerca la comunidad de Playa Blanca y Puerto Sierra, encierra unas 65 casas por el cual pasa al ras, para decirles que quedan cercadas y que no deben salir solo por dos lado, el camino central queda bloqueado por lo que es prohibido caminar allí.

Además la situación es paupérrima rodeada de opulencia, porque en la Bahía de San Lorenzo está Fredy Náser y en Coyolito se encuentra las instalaciones de un banco internacional, entre  otros ticos, además las paredes a la orilla de la pavimentada son un cerco para la comunidad.

Las autoridades no hacen nada en favor del pueblo. La municipalidad obra en contra, al igual que los diputados, más bien dan permiso para la construcción de muro y con ello la privatización de las playas y quedan sin acceso al mar. El pobre queda totalmente fregado. Cuando un campesino no tiene acceso a la tierra y un pescador al mar, la vida se le vuelve más difícil.

Por la antigüedad que tienen de vivir aquí,  la tierra les pertenece, tienen más de 50 años, tienen en el derecho de posesión, pero los ricos aparecen con las escrituras y nos sabemos cómo las obtienen.

Cassis dice que hasta la calle de acceso le pertenece y que tiene los documentos. Los jueces y fiscales siempre actúan sin independencia sino para favorecer a los que tienen el poder económico.

Esta situación se refleja en las 10 comunidades de la península de Zacate Grande. En los cuatro puntos cardinales se encuentran guardias armados en portones que dicen “prohibido pasar”.

Lo que nos queda es la unidad, por lo que luchamos para que haya conciencia y sintamos que solo así podemos hacerle frente a la situación.

La unidad es la que nos va a liberar y hacer que tengamos un mejor bienestar familiar tenemos que aprovechar el mar las playas, tener un turismo y obtener el pan de cada día.

Por un turismo de baja escala y de acceso a personas pobres, que vienen de otras ciudades del país, se previó ese parqueo, para que dejaran su carro estacionado pagando por ello 50 lempiras diarios y coman un pescado de 40 o 60 lempiras a la orilla de la playa, situada a unos 100 metros del estacionamiento.  En otros lugares un pescado frito vale 200 lempiras y el parqueo 100 lempiras.

Es una zona bonita, sencilla y atractiva, no hay grandes hoteles ni restaurantes, por ahí cruzan los barcos que van hacia el puesto del Enecán, San Lorenzo, por lo que es atractiva hasta para los ricos del país que se han apoderado de todo, concluyó Canales, quien estaba de visita en la comunidad.