A la policía no le gustan los estudiantes, especialmente a esta que proteje a la dictadura del impostor y a su cartel criminal.
En general, a los déspotas no le gustan las juventudes organizadas porque son independientes, no tienen miedo y porque representan la energía nueva de la patria.
En los últimos 50 años en América Latina, los estudiantes de secundaria y universitarios encabezan, lamentablemente, las listas de torturados, desaparecidos y asesinados.
A las juventudes les duele el desastre de país heredado por los adultos corruptos, criminales y narcotraficantes. A ellos más que a nadie les duele. Y se enfrentan a la fuerza bruta con todo su futuro, arriesgandolo todo en el presente.
Desde el golpe de 2009 hasta nuestros días, este heroísmo de hombres y mujeres menores de 30 años ha movido la resistencia, a estado en la primera línea para impedir que los delincuentes armados destruyan nuestra historia y nuestras riquezas naturales. Y la batalla es desigual.
La lista es larga. Las víctimas se cuentan por centenas en todo el territorio hondureño. Y casi invariablemente los responsables son la policía uniformada y los soldados de este ejército comprometido con la delincuencia.
En el contexto hondureño actual, ni los llamados de iglesias históricas a detener la barbarie ni los exhortos de Naciones Unidas a evitar la fuerza, han impedido el ataque represivo del Estado a las universidades públicas y a los colegios que son tradición de lucha estudiantil.
Todos los ataques han sido excesivos, pero sobresalen la invasión terrestre y aérea al campus de la Universidad Nacional, donde el MEU ha sido convertido en enemigo político por la inteligencia del impostor. Y, por tanto, en blanco de la brutalidad.
Enseguida vino el bombardeo de la Escuela Experimental Francisco Morazán, que forma niños y niñas al lado de la Universidad Pedagógica. Ese ataque tóxico podríamos decir que fue lanzado para amedrentar la niñez que grita Fuera JOH. Un ataque preventivo en la lógica militar.
A nivel secundario, el Técnico Honduras, el Central “Vicente Cáceres” y ahora el Trino Reyes de San Pedro Sula, son los teatros de guerra preferidos para la fuerza bruta de los soldaditos de plomo, éstos que obedecen al comando sur acantonado en Palmerola.
Nunca la confrontación de las fuerzas represivas contra la juventud estudiantil había llegado a estos extremos observados durante el último mes en Honduras. Es evidente que los asesores israelitas, colombianos y marines aconsejan detener la resistencia dentro del propio territorio de los actores.
Los robocop del régimen salieron con todas sus armaduras, toletes, armas oficiales y lanza gases y entraron para someter multitudes de adolescentes, que no representan un enemigo militar, sólo son un adversario con conciencia crítica.
Y esa es la perturbación de este aparato de violencia estatal, que viene de recibir un aumento de casi 50 millones para aumentar en número y logística, porque no logran imponer el miedo ni la dominación en diez años de guerra continua contra el pueblo consciente.
La entrada del jueves “al Reyes” y la detención arbitraria de seis colegiales menores de 19 años, no sólo es repudiable, despreciable, lamentable, injustificable, como le gusta decir a los burócratas internacionales, es violatoria de convenciones, declaraciones, protocolos y leyes secundarias.
Pero a la mafia uniformada todo eso le vale maceta, y esto significa que estamos en total indefensión frente a ella.
En estas circunstancias, la única respuesta real fue la que se organizó expontáneamente alrededor de la posta policial donde fueron encerrados Yeison Ariel Almendrares Rodiney Zelaya,Victor Trujillo, Angie Bonilla, Josue Morales y el guardia Mario Sanches. Los padres y madres de familia, el vecindario, el profesorado y la población general mostraron su músculo y liberaron a la muchachada.
Si los estudiantes no eran liberados, ahora estaríamos frente a una posta policial carbonizada seguramente, por irrespetar el derecho a la protesta.
Como bien lo dio el Movimiento Estudiantil “Lenin Dubon”, del Reyes, el libre derecho a la protesta pacífica debe ser respetado por los serviles de la dictadura y si no es así, la olla seguirá calentandose desde abajo, desde la alianza de profesores, doctores, estudiantes, trabajadores y pueblo en resistencia
Buenas noches!