Tras el paso del huracán Eta, el Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Honduras preparaba modestamente la conmemoración de su 38 aniversario este 30 de noviembre.
En los planes, sería un encuentro virtual con diferentes actores para valorar las dificultades que la pandemia de la Covid ha impuesto a las organizaciones defensoras de derechos humanos en 2020. Y para analizar las consecuencias de las nuevas 200 recomendaciones hechas al Estado en el último examen universal hecho por Naciones Unidas.
Pero inmediatamente después de Eta vino Iota con un nuevo desastre que aún mantiene en la ruina a más de 350 mil familias a nivel nacional. Y luego, ayer, la inestabilidad social y política que avisó desde el aeropuerto el clima de toque que vivimos. Entonces, la organización ha dicho: no es momento para conmemorar.
Ciertamente, el país está deshilachado por los desastres de un modelo de producción rapaz que corta los árboles para sembrar café, que vende los bosques de coníferas para meter vacas lecheras y de carne, y que siembra minas a cielo abierto para envenenar los ríos. Y ese sistema económico salvaje inunda los valles y la vida de la gente.
El Cofadeh nació el 30 de noviembre de 1982 en esta capital, y desde entonces ha marcado un camino de dignidad, de inspiración a las nuevas generaciones y de presencia internacional de respeto.
Por eso, esta noche, no podemos evitar hacer referencia a su aniversario.
Un grupo de mujeres valientes, algunas de las cuales aún viven entre nosotros, empezaron llorando agarradas de los barrotes de la casa presidencial, clamando por sus hijos al liberal déspota Rosuco en 1982.
A través de los años, Azcona Hoyo y Callejas — el ladrón de las manos de seda — escucharon los gritos de las “mujeres contra la muerte” que se han reunido cada primer viernes de mes en la plaza La Merced.
Entre 1995 y 1998, el ex presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Carlos Roberto Reina, tomó cuatro decisiones históricas que daban esperanzas a las madres de los seres desaparecidos.
Beto Reina, cercado por los canallas, empujó la eliminación del servicio militar obligatorio, deshizo el consejo superior de las fuerzas militares, apoyó los primeros juicios a los militares asesinos y acompañó las exhumaciones de algunas de las víctimas del escuadrón de la muerte, 3-16 de Juan Demetrio Negroponte y Discua Elvir.
Durante el régimen de Maduro, el Cofadeh acompañó la eliminación de la chepa, la fuerza de inseguridad pública, que desgraciadamente fue una mascarada convertida en la fuerza de trabajo de los carteles del crimen organizado reinante hasta 2015. Luego, fue reemplazada por el nuevo cártel que controla el poder.
Tanto Maduro como Flores Facussé, después del Mitch, les devolvieron a los militares los antiguos tronos de los cuales habían sido expulsados, especialmente el presupuesto nacional, que ahora se lo tragan inútilmente con gargantas de tiburones.
Con Zelaya, también los militares retomaron otras instituciones estratégicas como la empresa de energía eléctrica, los aeropuertos, los centros penales y absorbieron la policía, el ministerio público y las telecomunicaciones.
Como resultado de los esfuerzos internacionales por hacer cumplir las obligaciones del Estado con las familias víctimas de la desaparición, al final del gobierno del Mitch y principios del poder ciudadano, el cofadeh sufrió las más brutales campañas de descalificación pública jamás vistas contra una organización de víctimas.
Pero en todos estos períodos difíciles, la organización no dejó de hacer lo que debía: escuchar a las víctimas de las violencias del Estado, procurar justicia dentro y fuera del país, litigar en el derecho internacional, comunicar a la población en general e incidir decisiones sociales y políticas.
Aparte de contar con un Día Nacional del Detenido Desaparecido aprobado por el Congreso Nacional, una nueva ley penal tendrá que incluir finalmente el delito de la desaparición forzada con todas las condiciones que exige el estándar internacional.
Actualmente, el Cofadeh cuenta con el apoyo de una red casi nacional de jóvenes defensores y defensoras de derechos humanos formados en los últimos 10 años. Sus relaciones con los grupos de trabajo de Naciones Unidas, del sistema interamericano de derechos humanos e incluso del nivel universal de justicia penal, le dan un nombre y una voz.
Falta mucho trabajo por hacer contra la política de impunidad adoptada por el Estado de Honduras en poder de delincuentes que asaltan las instituciones después del golpe de Estado de 2009.
No ha sido ni será fácil la tarea de juzgar a la generación de políticos, religiosos, militares, policías, embajadores de Estados Unidos y empresarios nacionales responsables de las desapariciones entre 1981 y 1993. Y los nuevos responsables de las desapariciones entre 2009 y 2020. Pero el Cofadeh existirá siempre para exigirlo.
En este aniversario 38 que se cumple el próximo lunes 30, felicitamos la perseverancia de este Comité. Le agradecemos por su trabajo y por su ejemplo. Son 38 años de vida independiente de todos los gobiernos y de todos los partidos. Y de los poderes que han causado la desaparición y muerte de seres extraordinarios. Y así seguirá siendo.
Gracias cofadeh por sus 38 años de batalla moral por el esclarecimiento del pasado, por ser la memoria del futuro, esa que pincha el presente para no olvidar, jamás.
Buenas noches!
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 28 de noviembre 2020