FRENTE A LA REALIDAD

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Las víctimas del golpe de estado electoral del domingo 26 de noviembre de 2017 son reales. No son estadísticas. Sus cuerpos descansan en cementerios de Honduras después de haber sido matados violentamente por la policía militar, que creó Juan Orlando Hernández.

En los hospitales y en sus casas están los heridos del toque de queda, que dio licencia a los criminales para disparar contra el pueblo desarmado.

En las cárceles de los diferentes departamentos hay casi mil hondureños y hondureñas detenidos ilegalmente, por ejercer su libertad de expresión contra los ladrones de la voluntad popular.

Honduras vive otra vez momentos tristes y de gloria. Hace dos semanas llegó a las urnas un pueblo gigante a decirle NO a la reelección del señor Hernández. Pero hace dos semanas la comunidad internacional es incapaz de detener la barbarie.

Los documentos producidos por la Organización de Estados Americanos, la misión de observación de la Unión Europea, Amnistía Internacional y el COFADEH, hablan por sí mismos. No dejan duda de la masacre electoral perpetrada por el cartel azul.

Hubo un fraude desde el 26 de noviembre hasta nuestros días que no permite declarar a los ganadores, aunque el pueblo los conoce por su nombre.

Esta noche dejamos constancia que el gobierno de los Estados Unidos comparte este nuevo golpe de estado del 26 de noviembre de 2017.

La espuria representación diplomática, que se ha mantenido convenientemente acéfala durante más de seis meses, es responsable como en 2009 de fomentar la violencia en la sociedad hondureña.

El robo de las elecciones por el cartel nacionalista es un acto de barbarie, terrorista y desestabilizante de la democracia, que Estados Unidos apoya. Y debe atenerse a las consecuencias de esta parcialidad con los delincuentes.

Al pueblo de Honduras de nuevo le toca solo construir su camino, del modo que sea, y sobrevivir. Porque delante suyo lo único visible es un escuadrón de la muerte hecho gobierno.

Abrazamos con el corazón esta noche a la juventud, a las mujeres de la clase media, a las indígenas, negras y campesinas, que han declarado dar la vida por defender su libertad y su decisión de vivir frente a este grupo de cobardes que asaltan su presente y porvenir.

Abrazamos a la más pura conciencia internacional no gubernamental que sabe perfectamente los malos tiempos que habremos de enfrentar en los años venideros, y está dispuesta a sostener su brazo firme al lado del pueblo.

El camino no se ha detenido desde 1998 después del huracán, y después de 2009 tras el otro huracán. En el tiempo es el pueblo que evoluciona y avanza. El que crece. Y ese grupo de cobardes se reduce en su propia miseria.

Aquí el que gana es el pueblo, que seguirá de pie con la frente en alto. Pase lo que pase en los días venideros, hay un solo ganador de esta tormenta del poder. Y ese somos usted y nosotros, que tenemos el dedo acusador directo a los ojos de la bestia y sus aliados.